Partamos de que el pensamiento crítico es fundamental para la democracia. Se pide pensamiento crítico para actuar en el medio social, y también se lo suele convocar antes de ejercer el voto. Pero el pensamiento crítico puede ir más allá. En Ecuador estamos obligados a votar, lo cual es ridículo, porque la coerción está lejos del acto voluntario y libre. No solo eso, estamos obligados a votar, comúnmente, por opciones que no deseamos o que no nos representan, y por eso hay muchos que prefieren anular ese “derecho” sagrado. Es que la política partidista además de estar desacreditada como institución político-ideológica, tiene serios vicios de corrupción y falta de ética. Los partidos se han convertido en tiendas que venden el puesto al mejor postor. Esto se explica por una suerte de neoliberalización de la política que alienta el desvanecimiento de principios y la adopción de un pragmatismo marketero. Es obvio que esa política neoliberal solo responde a los intereses del mercado y en consecuencia se aleja de la democracia. Una vez en el poder, llegue quien llegue, pondrá el Estado al servicio del mercado. Por tanto, no hay un futuro prometedor ni para la democracia ni para la sociedad, excepto, en las perspectivas propias del quehacer democrático, ciudadano, y social. De tal manera que no estamos “obligados a escoger entre la basura y la basura con moscas” como escuché textualmente decir a un sociólogo en un foro (donde además dijo que él optaba por votar por la basura sin moscas antes que votar nulo). La imagen más pura del neoliberalismo. (O)
