La cotidianidad de una ciudad también se transforma por los cambios que experimentan sus tradiciones a expensas de la modernidad, como en el caso del transporte y mercadeo interparroquial, antes restringido a caminos de herradura y cabalgantes que ingresaban con sus productos para los mercados y regresaban con su aprovisionamiento para la semana, hasta que fueron reemplazados por una red de carreteras y un sistema de transporte motorizado masivo de buses, taxis o camionetas.
Pero quedan rezagos de esta ancestral usanza y es una delicia verlos, los sábados en horas de la mañana, a los cabalgantes de Barbón en briosos corceles luciendo sus mejores aperos y trajes fiesteros, llegar siguiendo la orilla del río Yanuncay aguas abajo por el parque lineal de la avenida Primero de Mayo, espectáculo que nos lleva a recordar las caravanas de las haciendas de Juan de Dios Roldán que, desde Barabón, Angas y San Antonio de Chaucha, llegaban, madrugando, a su caserón en los arrabales de El Vado, con su producción de temporada para abastecimiento familiar y destinados a la venta en los mercados de la ciudad, obviamente, eran parte de las caravanas de hacendados, minifundistas, revendones, en fin, campesinos de Chaucha, Angas, Soldados, Barabón con sus productos para la feria de la ciudad. Muchos ingresaban por la tradicional ruta Soldados – Baños que, por décadas, fue rememorado por don Eloy Carmona con su bus semanero, cada vez más, adentrándose en pueblos ignotos de altura y ampliando una red de comercio de páramo caracterizado por compra-venta y trueque de productos: Baños, Soldados, Pimo y Tangeo, del que, alguna vez, fuimos pasajeros y feriantes.
Es una lástima que estas tradiciones atávicas ahora convertidas en folklore que, además de atractivas, permiten rememorar y conocer tradiciones, usos y costumbres ancestrales no se incentiven y más bien se les limite al no habilitar senderos y pasarelas bajo los puentes, espacios de descanso a manera de caballerizas ocasionales, obligando a los cabalgantes hacer malabares para pasar los puentes evitando vehículos, ciclistas, caminantes, mascotas alarmadas y pitos descomedidos que nunca faltan. (O)