Dos escenarios posibles se vislumbrarán tan pronto se conozca si gana Daniel Noboa o Luisa González.
Si es Noboa, ahora sí, sabiendo que tiene cuatro años por delante, podría consolidar varios de sus proyectos, enmendar errores, dar un giro radical a su equipo de gobierno, en muchos casos improvisado y hasta inepto.
El riesgo país irá a la baja. Los inversionistas, en especial, los extranjeros, se decidirían a traer sus capitales, sabiendo que está asegurada la dolarización y habrá otras garantías, como la convicción de que la inversión privada es el motor de la economía.
En seguridad podría esperarse otro giro, conocer qué mismo hará Erik Prince, quien ahora es parte de la campaña de Noboa como parte de sus estrategias.
Si gana él, desde ya comenzará activarse el polvorín legislativo comandado por la RC y Pachakutik, ahora hermanados cosméticamente, con recelos y oposición dentro de la misma CONAIE, por más que sus miembros asomen con la misma wiphala.
¡Y vaya que tendrán motivos! Habrá denuncias por infracción electoral al no haber encargado la vicepresidencia a Verónica Abad, no acogerse a la licencia para hacer campaña, y hasta por violencia política de género tras haberle dicho su oponente “Rana René”, un apelativo que, supuestamente, consta en los chats de Augusto Verduga.
En fin, el coctel molotov será variopinto, con lo cual la ingobernabilidad constituirá pan del día.
Si triunfa González podría volver el escenario vivido durante la década correísta. Si gobernará ella o el expresidente a través del ella es la incógnita, respondida, en gran parte, porque en primera fila están alfiles y peones que secundan al “gran rey”, sin el cual ellos nunca saldrían de la caja. Ni existirían.
El riesgo país subirá como la espuma. Su modelo económico que privilegia la inversión pública, al control del Estado en todo, incluyendo el pensamiento, buscará dinero ¿ecuadolarizando?, ¿echando mano de las reservas internacionales? ¿Gobernaría al estilo Boric, al estilo Lula; o al estilo Maduro, al estilo Ortega y esposa?
En seguridad es otra incógnita. Pacificar, ¿tranzando? ¿Entregando territorios a las mafias para que no se peleen, como ocurre en México? ¿Dándoles guerra, manteniendo la categoría de ser grupos terroristas, o cómo? ¿Ocultando muertes violentas?
Resta saber cómo mismo procedería para cumplir el pacto con Iza -un pacto con olor a comunismo indoamericano-, so pena, como amenazó, de volver a incendiar al país si no le cumplen.
Gane él, gane ella, la realidad les pringará las manos; pero hay que decidirse por uno de los dos. ¿Por el mal menor? ¿Cuál es? (O)