Fanesca: Sabores, Tradición y Memoria Ancestral

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Al concluir los cuarenta días que siguen al Carnaval, nos adentramos en una tradición ecuatoriana que, como es habitual, viene acompañada de un festín para el paladar: la fanesca. Este plato, rico en sabores y simbolismos, marca el fin de la Cuaresma para los católicos ecuatorianos, especialmente durante el Viernes Santo.

Sin embargo, al explorar sus raíces, descubrimos que la fanesca trasciende el ámbito religioso. Sus orígenes se remontan a épocas precoloniales, cuando las culturas ancestrales de la región preparaban un platillo con los granos y frutos cosechados en esa temporada. Este acto era un homenaje a sus deidades, una forma de agradecer por los alimentos y de compartir en comunidad.

En aquel entonces, la fanesca simbolizaba el ciclo de la vida: la semilla que «moría» durante el solsticio de siembra para luego «resucitar» y dar frutos, alimentada por la tierra y el sol. Esta celebración era un tributo a la fertilidad, la abundancia y la renovación.

Hoy, muchos disfrutamos la fanesca sin conocer su profundo significado histórico y cultural. Sin embargo, su esencia perdura en la reunión familiar, transformándose en un momento de conexión y unidad. Lo que comenzó como un ritual precolombino y luego se adaptó a la tradición católica, hoy se convierte en una excusa para compartir, recordar y celebrar juntos.

Así, la fanesca no solo es un plato delicioso, sino también un símbolo de gratitud, herencia y unión familiar, que trasciende el tiempo y las generaciones. (O)

Ing. Marco Piedra

Ingeniero Comercial. Doctor en Ciencias Económicas y consultor corporativo. Autor de varios libros y publicaciones científicas. Profesor universitario y director corporativo de un grupo empresarial.

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