Brindamos por su vida

Hace un tiempo me referí a Irene Vallejo, citando a Séneca, cuando dice que “del fondo de la pena emerge un pensamiento limpio de angustia: morir es muy distinto de no haber vivido. Los muertos no desaparecen del mundo, impregnan el futuro a través de la gente en la que influyeron mientras estaban vivos.”

Me apoyo nuevamente en sus palabras para rendir homenaje a un gran ser humano, un hombre a carta cabal, un caballero de sonrisa límpida y abrazo eterno, que sin duda dejó su impronta en quienes lo conocimos y más en los que le querremos siempre.

Alberto García Vázquez tuvo una intensa y apasionada vida, sin pretensiones ni aspavientos. Amoroso esposo, padre, abuelo, bisabuelo, tío, hermano, hijo, primo, cuñado, pariente, amigo. Generoso maestro de sus discípulos; solícito y bondadoso médico con sus pacientes. Honesto, probo. Hizo de su profesión una labor de servicio y de su don de gentes un regalo.

Estoy segura que sintió el cariño, gratitud, respeto y admiración de los muchos en los que influyó y apoyó.

La muerte nos priva de la presencia física, pero no de los recuerdos, ni de seguir sintiendo el abrazo sincero, las palabras cariñosas y la risa alegre de cada encuentro.

Como lo hacíamos con él, brindamos por su vida. (O)

Dra. Tatiana Neira

Doctora en Jurisprudencia y Abogada. Docente universitaria y ciudadana comprometida con la defensa de los Derechos Humanos. Articulista de medios de comunicación.

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