
Cuenca es una ciudad donde la cultura no es discurso, sino una forma de vida. Declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO en diciembre de 1999, ha sabido hacer de su historia, su gente y su creatividad una sinfonía constante que la convierte en una ciudad única.
“La cultura es multívoca”, explica el historiador y cronista vitalicio de la ciudad, Juan Cordero Iñiguez, presidente de la Academia Nacional de Historia.
“Desde el punto de vista antropológico, la cultura es la respuesta que da una colectividad a sus necesidades. Por eso, por ejemplo, cada pieza arqueológica en el Museo de las Culturas Aborígenes es una respuesta cultural, hecha para la vida comunitaria”.
Y esa idea atraviesa toda la historia de Cuenca: una ciudad que responde, que crea, que transforma.
Atenas del Ecuador
Según las investigaciones de Cordero, una de las primeras personas en referirse a Cuenca como la “Atenas del Ecuador” fue el ambateño Juan Montalvo, quien utilizó esta expresión en el contexto de una crítica política.
Con el paso del tiempo, la frase fue adoptada con orgullo por los cuencanos, convirtiéndose en un símbolo de identidad que evoca la grandeza cultural de la capital griega: cuna de la filosofía, el arte y la literatura.

“Pero ese espíritu se empezó a forjar desde fines del siglo XVIII, cuando Cuenca orientó su camino hacia el orden, la educación y el respeto, gracias a figuras como el primer gobernador, José Antonio Vallejo”, agregó el historiador.
Uno de los grandes acontecimientos fue la llegada de la imprenta en 1828, adquirida por el Gobernador, el General Ignacio Torres y el influyente Fray Vicente Solano.
En enero de 1828 se publicó «El Eco del Azuay». Desde entonces, surgieron los primeros periódicos, los primeros libros y una incipiente vida literaria.
“Fue el inicio de una ciudad que ama la cultura. Aparecen las primeras novelas, como la escrita sobre la muerte del médico francés Don Juan Seniergues, que acompañó a la Misión Geodésica; y una producción poética que crece durante la época de la Independencia”, agrega Cordero.
Letras, ciencia y fe
Cordero resalta otro hito en la historia cultural de la ciudad: la fundación de la Corporación Universitaria del Azuay, actual Universidad de Cuenca. Esta institución fue establecida en 1867 y comenzó a funcionar en enero de 1868.
“Gracias a la Universidad de Cuenca, ha habido un enorme progreso académico, cultural, literario y de todo orden. Es un pilar fundamental para el desarrollo intelectual y artístico de la ciudad”.
De esa semilla han brotado frutos notables. Luis Cordero Crespo, expresidente del Ecuador, fue también poeta, botánico y estudioso del quichua.
Más adelante, figuras como Julio María Matovelle, quien fundó en 1871 la revista ‘La Aurora’, y Remigio Crespo Toral, con su obra literaria y ensayística, consolidaron a Cuenca como una vanguardia cultural a nivel nacional.
“Todo estudiante en la Universidad de Cuenca hacía poesía a la Virgen”, recuerda Cordero. Así nació también la tradición mariana y la fiesta ‘Sedes Sapientiae’ instaurada por Honorato Vázquez en 1904, una expresión de religiosidad popular que sigue viva cada mayo.
Cuenca: cultura que se vive
Pero la cultura en Cuenca no es solo memoria: está presente y activa. Así lo expresa Hernán Pacurucu, crítico, curador de arte contemporáneo y actual director de la Bienal de Cuenca
“Cuenca es una ciudad museo, pero viva. A diferencia de otras ciudades patrimoniales, aquí hay movimiento constante, la gente convive con el patrimonio”.
Esa vitalidad se expresa en los cafés, librerías, hoteles patrimoniales convertidos en espacios culturales.
La Bienal de Cuenca, que este 2025 celebrará 40 años, es uno de los eventos más relevantes del arte contemporáneo en América Latina.

“Es el evento cultural más importante del país. Activa la ciudad, no es solo para especialistas. Se recorre, se vive. Le ha dado a Cuenca una proyección internacional desde lo mejor: el arte”, sostiene Pacurucu.
Desde sus inicios como bienal de pintura en 1987, ha evolucionado hacia el arte contemporáneo, adaptándose a nuevas corrientes y desafíos. “Muchas otras se quedaron en el camino por no adaptarse”, recuerda Pacurucu.
Quizá lo que hace única a Cuenca no es solo su arquitectura, sus poetas, sus teatros o sus festivales. Es ese tejido invisible que une la cultura popular con la intelectual; lo ancestral con lo contemporáneo.
Es una ciudad que canta al Niño en diciembre y a la Virgen en mayo, que restaura sus fachadas y escribe novelas, que baila en las parroquias rurales y visita galerías en el centro. Cuenca es, como lo resume Cordero, “una ciudad que ha sabido amar la cultura en todas sus formas”.
Pumapungo, destino cultural
Monserrath Tello, directora del Museo Pumapungo, destaca el papel de esta institución, consolidada como uno de los destinos culturales más importantes del Ecuador.
El museo, regentado por el Ministerio de Cultura, recibe entre 12.000 y 15.000 visitantes al mes, lo que suma un promedio anual de 140.000 a 180.000 visitas, lo que le convierte en el museo más visitado del país.




A esto se añaden las interacciones virtuales a través de su página web y las redes sociales, como TikTok, Instagram, Facebook y X.
El complejo, que se extiende por tres hectáreas y media, integra tres áreas: Zona arqueológica, Zona verde y Santuario de aves silvestres.
El Parque Arqueológico conserva las memorias desde los cañaris e incas: los cimientos de piedra de los kallankas (depósitos), los akllahuasi (viviendas de mujeres que servían en el palacio) y el korikancha (patio ceremonial).
Además, el museo dedica un espacio a las festividades y el sincretismo cultural y religioso que caracteriza a las celebraciones ecuatorianas. (I)
40
años cumple la Bienal de Cuenca este 2025. La próxima se inaugurará el 24 de octubre y se titulará ‘The Game: Bienal de Bienales’, con 17 curadores internacionales y 56 artistas.
DATO
- En enero de 1828 se publicó «El Eco del Azuay», periódico que duró seis meses; con temas de política y filosofía. Así surgieron los primeros periódicos y libros.
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