Al fin creo que estamos por ver la luz al final del túnel. Es sorprendente que la Alcaldía de Cuenca y la Prefectura del Azuay trabajen iguales por mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos. Es que de eso se trata. No importa las banderas políticas. A los habitantes nos interesa que los políticos atiendan nuestras necesidades. Y la vialidad es una de ellas.
Como usted sabrá los azuayos tenemos que vivir un calvario para viajar a otras provincias. ¿Calvario? Así es. Si desea irse al Guayas tiene que “rezar”, para que no le caiga la lluvia, porque lo más seguro es que algún deslizamiento obstaculice el carretero. Tendrá que darse la vueltita para irse por Cañar. ¡Qué mala suerte!
Si quiere visitar El Oro, la cosa es más jodida. ¿Por qué? Le cuento. La capa asfáltica está por desaparecer. Hay tramos que penden de un hilo. Es más, algunas zonas han sido gravemente afectadas por el invierno y han desaparecido. Los moradores se han organizado para hacer mingas que mitiguen la situación. Con picos y palas dan mantenimiento vial.
Y claro. Nunca pueden faltar los “vivísimos” que empiezan a cobrar un “peaje” para que los vehículos continúen con su travesía. Son tan astutos que ponen un precio dependiendo del tonelaje del automotor. ¡Qué más da! Hay que avanzar como sea al destino.
Eso, por un lado. El tema de la inseguridad en las vías es otro cantar. No es extraño escuchar la historia de un familiar que ha venido de la Yoni y que se le han “chineado” las maletas. No saben en qué momento los pillos abrieron los baldes de las camionetas y se llevaron los regalitos que trajeron con tanto esfuerzo. ¡Miserables!
En fin. Esperemos que ese trabajo conjunto de las autoridades no decaiga. Hay mucho que hacer por los habitantes del austro y estos políticos no nos pueden fallar. ¡Ya estamos cansados! (O)
