“El divino niño”

La torpe y burda presencia en Carondelet del ahora nombrado como “el divino niño” por el alcalde de Guayaquil, Aquiles Álvarez, ha llevado al país a un inaceptable estado de guerra y a la democracia ecuatoriana a cuidados intensivos. Causa serias preocupaciones en la comunidad internacional la vulneración de los derechos humanos y la tozudez de los gobernantes, cuya única estrategia para un país que se desangra y que vive una profunda crisis, es acusar al crimen organizado y a la minería ilegal de financiar la protesta social. Esto para desviar la atención de su ineficacia en la lucha contra grupos criminales, así como deslegitimar el descontento popular, justificando la represión y dividiendo a la sociedad entre “los buenos que quieren trabajar” y “los malos que están del lado del crimen”. Han pasado treinta días que nos hablan de paz, pero la represión no ha dejado de golpear, lastimar y menospreciar a los pueblos, a las comunidades indígenas y a los sectores populares del país. La demencia, el desvarío y el sinsentido ronda el Palacio de Gobierno y la Asamblea Nacional, el “divino niño” –quien dice ser “un pésimo enemigo” – quiere convertir al país en un campamento minero y, para ello, es necesario eliminar a los pueblos originarios, a los custodios naturales de nuestros páramos, cerros, selvas y montañas porque las empresas mineras –sus socios– quieren echar abajo una Constitución que exige se cuide y respeten los derechos de la naturaleza. (O)

Lcda. Ana Abad

Periodista, editora y correctora de estilo; es parte del grupo editorial Quillca editores. Ha publicado investigaciones sobre cultura popular y artesanías. Es directora de contenidos del Portal Digital Voces Azuayas.

Publicaciones relacionadas

Mira también
Cerrar
Botón volver arriba