Abraham Maslow escribió en 1966 que “Si la única herramienta que tienes es un martillo, tratarás todo como si fuera un clavo.” A este fenómeno hoy se conoce como la Ley del Instrumento, ese sesgo que nos hace repetir una y otra vez lo que conocemos, aunque ya no funcione.

Daniel Kahneman habría dicho que esto es obra del Sistema 1, el pensamiento rápido, esa respuesta automática que nos ahorra esfuerzo, pero también nos empuja a usar la misma solución para cualquier problema. Aunque lo más probable es que dicha solución no funcione ya que la realidad no siempre está hecha de clavos.

En la vida cotidiana sin darnos cuenta andamos con el martillo en mano. En el trabajo insistimos en la estrategia que antes dio resultados, aunque ahora solo genere frustración. En las relaciones repetimos reacciones que alguna vez nos protegieron, pero hoy nos alejan. En nuestras rutinas emocionales usamos la misma herramienta sin preguntarnos si todavía sirve, o peor aún, si algún día lo hizo.

Carol Dweck explica esto desde otro ángulo, ya que esta insistencia es propia de la mentalidad fija, esa que necesita tener razón, no arriesgarse a lo nuevo. Mientras que la mentalidad flexible comienza cuando aceptamos que tal vez la herramienta que nos funcionó ayer no lo haga hoy, y nos da permiso para explorar, para cambiar de herramienta.

El problema no es el martillo, el problema es convertirlo en la única respuesta posible, es esa terquedad que nos lleva a perder tiempo, energía y recursos en soluciones que ya no encajan.

Posiblemente es momento de revisar nuestra caja de herramientas, identificar con honestidad lo que ya no funciona, probar enfoques nuevos, aunque den miedo, hacer preguntas distintas, dejar de ver clavos donde no los hay. (O)                      

@ceciliaugalde