La sonada derrota que la ciudadanía infligió al gobierno del joven Noboa en las urnas obliga, sin embargo, a profundizar en las razones que nos llevaron a marcar ¡no! en la papeleta. Se trata de evitar que el miedo al “correísmo” siga siendo el centro gravitacional de la información en los medios tradicionales y la base de la narrativa gubernamental que recurre aún a la construcción de “enemigos” como estrategia para justificar medidas de control. Más aún, cuando sabemos que la autocrítica no es su fuerte y que el rechazo a la Constituyente –clave para los intereses políticos y económicos del gobierno– le obliga a trabajar desde la gestión concreta y no desde discursos sostenidos en el miedo y la amenaza. Si bien es cierto que las organizaciones sociales salen fortalecidas tras esta consulta, resulta urgente la participación plena de la sociedad en la reconstrucción del tejido social y, por tanto, en el fortalecimiento del ejercicio de sus derechos. Sólo así la discusión política podrá elevarse y contribuir a consolidar una ciudadanía activa que exija a las autoridades de turno a cumplir su rol de servidores públicos, y no de representantes de empresas e intereses privados. (O)




