OPINION|
Apenas se inician procesos de reactivación para trabajadores de base del sistema social, que deben hacer esfuerzos sostenidos para salir del bache económico deteriorado, en la mayoría de actividades productivas, con despidos contra la voluntad de los pequeños empleadores, que no dan más, para mantener sus líneas de labores reducidas, entre las que se observan con dificultades mayores están los que bregan en el ámbito turístico, cuando han debido cerrar no sabemos si definitivamente hoteles, restaurantes, servicios de atención del hogar, de transporte y en general de comercialización, que ha paralizado a poblaciones enteras, que desarrollan a su rededor, como la de los balnearios costeros, que se están despertando desde que concluyó el estado de excepción.
Parecían sitios abandonados en el periodo restrictivo, del reposo obligado sin ingresos económicos, que pone en riesgo el sostenimiento familiar o el pago de atrasos ineludibles, que han puesto al filo de perder su patrimonio familiar, de su vivienda o sus herramientas de trabajo. En el contexto de vida de la gente en el país se sobresalta con el recrudecimiento de una violencia en la inseguridad de sus calles y plazas a expensas del atraco y aun el aumento de asesinatos, cuyos índices se han incrementado casi a nivel antes de la aparición del coronavirus.
Lo que más apena es que los soportes sociales para la población en la asistencia de salud, educación virtual que es la factible hacerla, movilidad, presentan falencias estructurales, que están aumentando la desesperación de la gente que con otras patologías no encuentran atención debida, padres de familia sin equipos tecnológicos para que sus hijos en la casa reciban la instrucción posible. Las políticas no miran a las necesidades de los grupos humanos postergados, mientras en las esferas del poder aparentan deshacer el embrollo de la corrupción enquistada con ejercicios burocráticas interminables, desde el gobierno central y local, que es uno de los signos más evidentes de la campante descomposición administrativa. Necesitamos un cambio radical impostergable, que en las elecciones se ponen a voluntad de los ciudadanos/as. (O)
