Hoy no existen más que dos sectores con suficiente organización y poder como para paralizar el país: los indígenas y los choferes. Y ellos lo saben.
Antes, quienes paralizaban ciudades eran los estudiantes y los trabajadores. Frecuentemente los dos marchaban juntos y su dirección era disputada por partidos de izquierda.
Los indígenas a partir de los años noventa tienen un acelerado crecimiento político y organización vertical. Élites bien formadas y con clara visión política son capaces de paralizar al país en cuestión de minutos. Las nuevas tecnologías de la comunicación les permiten que sus bases actúen inmediatamente con gran disciplina.
Los choferes agremiados tienen -igualmente- una sólida y funcional organización. Toman la iniciativa, unas veces, o se suman a otros sectores sociales para paralizar al país. Sin embargo, lo hacen con menos virulencia pues- excepción hecha de la violencia que es impedir que las demás personas se movilicen -no llegan al nivel de agresividad que ha manifestado el movimiento indígena, sobre todo en las dos últimas manifestaciones.
Entre estos dos movimientos capaces de paralizar el país hay diferencias. Los choferes agremiados no tienen una línea política hegemónica y sus luchas no tienen como fin tomar el poder político, sino reivindicaciones clasistas. Son menos politizados, salvo algunos dirigentes ligados a los dos últimos gobiernos.
El movimiento indígena- en cambio- está altamente politizado, no en sus bases, pero sí en su dirigencia, especialmente en la actual con Leonidas Iza, partidario de la toma del poder desde el campo y por la fuerza, de acuerdo a la tesis expuesta por Mariátegui a inicios del siglo pasado.
En este contexto lo más probable es que las mesas de diálogo no lleguen a nada. En caso de lograr acuerdos, la CONAIE quedaría sin argumentos para un nuevo levantamiento, que es lo que interesa al ala radical de la dirigencia para consolidar su poder en el movimiento. De hecho, las últimas declaraciones de Iza expresan que el país debe prepararse para una nueva paralización. (O)
