OPINIÓN| Cuando acompaño a mis hijos en sus clases virtuales, escucho las voces de sus compañeros de aula, voces tiernas, voces de niños en formación, aún titubeantes. No los puedo mirar pues invadiría la privacidad y la formalidad del aprendizaje virtual; sin embargo, distingo que esos mismos chicos de voces sutiles, cuando las cámaras se …


