Pasaron 60 años ya. Éramos párvulos que nos educábamos en el pensionado Borja, que se valía de misas diarias intrascendentes y tediosas, profesores bondadosos y uno especial, que no quiero recordarlo, que nos castigaba con una regla en la que atravesaba una tachuela, la que nos hincaba cuando él creía que habíamos cometido algún pecado. …










