Los frutos como el maracuyá, la granadilla, el taxo y el gullán comparten un origen simbólico y religioso porque todos provienen de plantas de la familia Passifloraceae, cuyas flores fueron interpretadas por los misioneros cristianos como una representación de la Pasión de Cristo.
En sus formas vieron reflejados elementos del sacrificio de Jesús —como la corona de espinas, las llagas y los clavos de la crucifixión— y por ello las llamaron flores de la pasión, transmitiendo esta simbología a los frutos que producen.
La pasión como fuerza vital y tecnológica
La pasión, esa llama que enciende al ser humano, se refleja en nuestras actividades, convirtiéndose en aficiones y, con suerte, en la forma de vida de quienes logran dedicarse a lo que aman. Ese sentimiento que mueve al mundo nos ha permitido superar límites y, con la ayuda de la tecnología, traspasar barreras que antes parecían inimaginables.
Lo que un día fue ciencia ficción, hoy forma parte de un futuro alcanzable.
El origen del nombre “frutas de la pasión”
Ese mismo ímpetu vital vibra también en la naturaleza y se hace visible en un grupo de plantas cuyo nombre celebra esa energía profunda: las frutas de la pasión.
Su denominación se remonta al siglo XVI, cuando misioneros españoles vieron en la forma de sus flores un símbolo de la Pasión de Cristo: sus filamentos, estambres, estigmas y otras estructuras evocaban la corona de espinas, los clavos y la cruz.
La familia Passifloraceae en los Andes
La familia Passifloraceae, ya sea por la fascinante morfología de sus flores o por su sabor exótico, ha acompañado a los pueblos andinos desde tiempos ancestrales.
En nuestra región las conocemos como gullán, taxo, granadilla, maracuyá, fruto del mono o badea, cada una con su flor y gusto característico. Son frutas refrescantes y versátiles, presentes en postres, helados, cócteles, jugos, salsas y mermeladas, o simplemente disfrutadas al natural.
Propiedades medicinales y usos cosméticos
Además, poseen propiedades medicinales: algunos de sus compuestos, como la passiflorina, se emplean en jarabes para aliviar el estrés y favorecer el sueño.
También se utilizan en cosmética natural para elaborar cremas, aceites y exfoliantes. Su valor ornamental tampoco pasa desapercibido: trepando por mallas, muros y árboles, las pasifloras despliegan algunas de las flores más llamativas del reino vegetal.
Historia y difusión en el mundo
Nuestros ancestros sudamericanos ya las cultivaban y las consideraban frutas reinas por su sabor. Fue el médico español Nicolás Monardes quien, en 1565, las describió en su obra Historia medicinal de las cosas que se traen de nuestras Indias Occidentales, lo que permitió su difusión y estudio en el resto del mundo.
El nombre “maracuyá” proviene del guaraní mburukuja, que significa “alimento en cuenco” o “criadero de moscas”.
Diversidad de pasifloras en Ecuador

Passiflora cumbalensis, gullan. / Kabir Montesinos.
En Ecuador se adoptó este nombre, aunque se desconoce cómo se las denominaba originalmente en las lenguas nativas. Lo cierto es que el país alberga una notable diversidad de especies de esta familia:
- Gullán (Passiflora tripartita), predominante en el sur.
- Taxo (Passiflora mixta), común en el norte.
- Granadilla (Passiflora ligularis), bautizada por su parecido con la granada.
- Badea (Passiflora quadrangularis), cultivada en la Costa y considerada la más grande de la familia, con un tamaño similar al de una papaya mediana.
También existen especies menos conocidas, pero igualmente deliciosas, como el aurin (Passiflora ampullacea), endémico del Azuay, que crece por encima de los 3.000 m s. n. m.
Una pasiflora fotografiada en flor solo una vez hasta la actualidad muestra la fragilidad de estas plantas: la Passiflora parvipetala, una pequeña enredadera con tallos de 2 m o menos, y flores del tamaño de una moneda de 50 centavos.
Biodiversidad global de las pasifloras
En el mundo se reconocen más de 22 especies distribuidas entre Asia y Australia, mientras que en América existen más de 680, principalmente enredaderas, aunque algunas adoptan forma arbórea.
En Ecuador prosperan más de 140 especies de Passiflora, trepando por los bosques y alcanzando alturas superiores a los 30 metros, gracias a sus zarcillos que se enroscan en ramas para ascender en busca de luz.
Todo esto reafirma que las plantas son los verdaderos diamantes del país: tesoros vivientes que resguardan la vida de innumerables especies.
Polinización y coevolución
as pasifloras, con sus flores vibrantes y formas únicas, son polinizadas principalmente por escarabajos carpinteros, aunque también intervienen abejas, mariposas y colibríes.
Se distinguen por la presencia de una paracorola o corona floral, además de un hipanto (tubo floral) y un androginóforo (estructura que sostiene los estambres y el ovario).
Sus frutos son bayas o cápsulas, y muchas de sus semillas, cubiertas por un arilo carnoso, guardan el sabor que cautiva a aves, monos, humanos y otros animales.
Existe una asombrosa simbiosis entre las pasifloras y los lepidópteros (mariposas y polillas), un ejemplo fascinante de coevolución. Ciertas larvas se alimentan exclusivamente de estas plantas, generando una relación de dependencia que da origen a especies endémicas.
Las pasifloras producen toxinas naturales que solo determinadas mariposas pueden tolerar; a su vez, ellas contribuyen a su polinización. De esta interacción surgen especies únicas, resultado de miles —o incluso millones— de años de evolución conjunta.
Ecuador: un país megadiverso que debemos proteger
Una vez más, la riqueza de estas plantas evidencia la extraordinaria biodiversidad del Ecuador, un país megadiverso, uno de los cinco más biodiversos del planeta junto con Indonesia, Perú, Colombia y Brasil.
Sin embargo, su naturaleza enfrenta graves amenazas debido a la minería, la ganadería, los monocultivos y la expansión urbana. (O)
DETALLE:
Cuidar las pasifloras y su entorno es cuidar una parte esencial de nuestra identidad y de la vida misma.
Por. Kabir Montesinos
kabirmontesinos@gmail.com
Especial para El Mercurio









