Después del Bicentenario

José Chalco Salgado josechalcosalgado@gmail.com

El día del festejo y descanso ya pasó. Se celebró, cantó y aplaudió. Flores, canciones y vídeos por doquier. Ausencias y presencias. Banderas y adornos. Celebraciones y cantos. Diría, por ventaja, muchos cantos.

La fiesta terminó. Los honores también. El feriado concluyó. Queda el después. Ni siquiera el final. Sino el camino posterior. Es decir, las urgencias por reflexionar.

Cuenca -en su historia- ha sido una ciudad que no depende del centro. Siempre miró como propia a la capacidad de auto determinarse y desarrollar por sí misma su crecimiento industrial, económico, político, universitario, jurídico, familiar y social. Ha sido autónoma y varias veces ha buscado su configuración republicana. Es una ciudad con mirada propia. Sin requerir de otros para su crecimiento. Esa es Cuenca.

Destacada por un espíritu pujante, que ha rechazado al centralismo o la sumisión al poder político de turno en espera de su prosperidad o desarrollo. Dinamizada como una de las ciudades con mayor determinación. Pero después del Bicentenario de Independencia, a 200 años de su histórica descolonización, hay interrogantes sin respuesta: ¿A dónde vamos? ¿Cuál es el sendero a seguir? Mejor dicho, ¿hay sendero?

Una población que crece. Necesidades sociales en curva ascendente. Paulatina presencia de dificultades de conectividad, transporte, tramitación, construcción, empleo, conservación ambiental y comunicación. Presencia de una población joven y una acreciente población adulta. Necesidad de resolver problemas urgentes en materia de planificación, seguridad, construcción, paisaje y alimentación. La migración hacia la ciudad no puede seguir siendo desatendida al pasar el semáforo. Hay una urgencia de acciones y decisiones que atiendan a esta realidad.

Cuenca tiene que rechazar públicamente los retrasos por parte del Estado central para entregarle su dinero. Requiere firmeza, determinación y defensa. Jamás hemos tolerado al centralismo, menos después del Bicentenario de Independencia de la Ciudad, es decir a los 200 años de haber rechazado las ataduras, sumisión, abuso y silencio. (O)