Ley y coyuntura política

El Ejecutivo, por tercera vez consecutiva, vuelve a remitir a la Asamblea Nacional su proyecto de Ley de Defensa de la Dolarización.

Los dos anteriores no pasaron el filtro del Consejo de Administración Legislativa (CAL). Argumentó que tenían artículos contradictorios a la Constitución.

El tercero es enviado luego de un trabajo conjunto entre mesas técnicas conformadas por funcionarios de la Asamblea y del Ministerio de Economía y Finanzas.

Se supone que todas las deficiencias fueron corregidas y, por lo tanto, su calificación en el CAL será un hecho.

Su informe será clave para conocimiento de una Comisión Especializada y luego para el debate final en el Pleno de la Asamblea. Hay 30 días para hacerlo.

La creación de dos Juntas de Política de Regulación, una Monetaria, otra Financiera; la acumulación de reservas y la prohibición de que el Banco Central financie el gasto público con dinero de los cuentahabientes y de otras instituciones estatales que custodia, son, entre otros, los aspectos claves del remozado proyecto.

Según la iniciativa del Ejecutivo, el punto central es proteger la dolarización que, salvo unos pocos, es apoyada por la mayoría de los ecuatorianos. Ha permitido controlar la inflación. Los gobernantes ya no tienen potestad para imprimir billetes ante los apremios financieros, peor para devaluar la moneda.

La propuesta establece, además, controles rigurosos. Así, el Banco Central deberá presentar los estados financieros auditados; equiparar la normativa para todo el sistema financiero; y sujetarse a normas de la Corporación de Seguros de Depósitos sobre las buenas prácticas internacionales.

El gobierno se juega la aprobación de la ley ante su orfandad política en la Asamblea, cuyo periodo termina en un mes y quince días, y el suyo en dos meses.

Además, la coyuntura por la campaña podría hacer que el debate sea político-electoral y no técnico.

Los dos candidatos a la presidencia tienen criterios opuestos: uno dice que el BC no debe ser independiente y que sí se puede disponer de sus dineros; el otro que no. Un dilema crucial. Qué duda cabe.