Carnaval, explosión de alegría acumulada en Cuenca

Como un mago encerrado en su lampara, con la necesidad imperiosa de salir, con la alegría guardada: así se mostraron las miles de personas este sábado 26 de febrero cuando se reunieron en el centro histórico de Cuenca para ser parte, una vez más, del “Carnaval Cuatro Ríos”.

En el reencuentro, porque para muchos fue una reunión postergada por la emergencia sanitaria, todas las edades primaron.

Desde niños que recién están empezando a vivir, hasta quienes podrían contar un sinnúmero de historias por la vasta experiencia que les ha dejado los años, estuvieron presentes a lo largo de la calle Bolívar.

Ni la llovizna y el frío de la mañana fue impedimento para que las personas vuelvan a convergir en la convocatoria que realizaron Amistad Club, la municipalidad de Cuenca y la Unión de Periodistas del Azuay.

“Era necesario volver a encontrarnos. En nuestro caso, no nos habíamos visto toda la pandemia. Y acá nos volvemos a ver. Sé que debemos seguir cuidándonos porque no está dicha la última palabra, pero debíamos ya volver a compartir”, dijo Lucía

Ávila, representante del parque de las Orquídeas, quien estuvo presente en el desfile.

Antes de que arrancará la fiesta, Lucía junto con el resto de representantes que decidieron vestirse con vestidos coloridos se pusieron al tanto de lo que había sucedido en estos dos últimos años.

Después, las mujeres se tomaron fotos para luego formar parte del desfile.

Desfile

Cuando la música empezó a sonar, cuando los colores se avivaron con el movimiento, cuando las piernas empezaron a cruzarse para bailar, y cuando la carioca empezó a flotar en el aire, las caras del público y de los participantes cambiaron.

Sonrisas finas, sonrisas a boca abierta; la alegría que no se había visto desde hacía mucho tiempo; las caras sorprendidas ante las presentaciones; los aplausos; y, como no podía faltar, el público poniendo la letra a las interpretaciones de las bandas de pueblo.

Los niños y los adultos mayores fueron quienes más regocijo mostraron. Aquel espacio ocupado por el color y la música fue el ideal para ellos.

“Volver a vivir el carnaval, volver a ver estas sonrisas, sentir la calidez de los participantes y del público ayuda mucho. Nos ayuda a decirnos que hay vida, que podemos continuar, que podemos compartir alegría”, dijo Nelly Sarmiento, directora de Olimpiadas Especiales Azuay.

La institución que fomenta el deporte entre las personas con discapacidad también tuvo su presencia en el desfile. Más de 20 niños y adolescentes que asisten a Olimpiadas Especiales formaron parte de la fiesta que inició cerca de las diez y terminó pasado el mediodía.

En el trayecto que se extendió hasta San Sebastián, cada una de las personas puso su talento para que el júbilo no se detenga.

Entre los participantes más activos estuvo un grupo de jóvenes universitarios vestidos de “ucuyayas”, que fueron aquellos hombres viejos que se vestían de niños.

Los jóvenes bailaron, se bañaron de carioca y dieron un montón de alegrías a quienes los vieron. A pesar del cansancio que supuso desfilar por la calle, ninguno de ellos se detuvo.

“Trajimos a nuestro taita y a nuestra mama carvanal, trajimos baile, trajimos nuestra herencia cañari, porque nosotros también tenemos una herencia. Y aquí estamos para alegrar a todos”, dijo Sebastián Coronel, repre- sentante del grupo de jóvenes.

Con todo lo visto, tanto entre los participantes como en el público, se notó cuán necesario era que la población se volcara a las calles para sacar lo que se había guardado por la pandemia. Participar sirvió para que las personas agarren un poquito de esperanza para continuar con la vida interrumpida por un virus que muchos esperan que ya se vaya para siempre. (AWM)-(I)