Consulta popular

Juan F. Castanier Muñoz

La situación del gobierno, frente a una Asamblea donde cada quién rema en beneficio de sus propios intereses y bloquea cualquier iniciativa del ejecutivo, limita enormemente la capacidad de maniobra del presidente Lasso y su equipo. La muerte cruzada, que podría ayudar a desenredar el ovillo político, no es un proceso libre de riesgos y, dadas las veleidades del electorado, con altas posibilidades de que el remedio resulte peor que la enfermedad.

El insistir en el diálogo con el legislativo, aunque suena esperanzador, no creo que acabe de entusiasmar a la opinión. Las aspiraciones de la sociedad, las inquietudes del ecuatoriano de a pie, se encuentran definitivamente excluidas de las agendas de la mayoría de grupos políticos y sociales. Nuevas amnistías, perspectivas electorales, acomodos y canonjías personales, nublan el horizonte de cualquier solución negociada, en el mejor sentido del término.

Queda entonces la posibilidad legal de una consulta popular que, a través de un grupo de reformas, pueda destrabar este nudo gordiano en que nos ha metido la siempre “acuciosa” clase dirigencial del país. Temas como el de la reducción del número de asambleístas, eliminando, por ejemplo, los asambleístas nacionales y los asambleístas por los migrantes, cuya representación no tiene ninguna razón de ser. La eliminación del Consejo de Participación Ciudadana, hoy en la mira del apetito voraz de ciertos gurús de la política. La creación de empleo, el fomento de la inversión. La incautación de los bienes mal habidos. Los requisitos para la creación de los partidos. La inhabilitación política de por vida a los funcionarios encontrados culpables de enriquecimiento ilícito.

El plantear la creación de dos cámaras legislativas y, peor aún, con la elección de “senadores” en una sola lista a nivel nacional, debe ser descartado por cien razones, una de ellas, que el número de legisladores no garantiza, por sí solo, de ninguna manera, la efectividad en los resultados. Otra opción es la de consultar sobre continuar con la constitución actual o volver a la constitución de 1998, maliciosamente reemplazada por los afanes correístas. (O)