Imaginando

Andrés F. Ugalde Vázquez @andresugaldev

Transcurría el año de 1896, solo unos meses después del triunfo de la Revolución Liberal, cuando el general Alfaro, obligado por la necesidad de pacificación de la República, decretó la ruptura de relaciones con la Santa Sede y el advenimiento del Estado Laico. No fue sino hasta 1937 cuando se restablecerían las relaciones mediante el “Modus Vivendi” y bajo la condición de que el clero se dedicase exclusivamente a la administración de la fe y dejase la terrenal lucha por el poder a los políticos y los gobernantes.

Lo cierto es que, lejos del cumplimiento de este tratado, hoy – casi un siglo después – el clero sigue siendo un militante actor de la política nacional. Y me pregunto entonces ¿No deberíamos como sociedad repensar nuestra relación con lo religioso? ¿Por qué entonces no hemos tomado aún la decisión de hacerlo? Sencillo. Porque no sabíamos que podemos. Porque habíamos olvidado que la Constitución garantiza igualdad para todas las religiones e incluso para quienes carezcan de ella; y protege a los que muchos que creemos que el manejar libremente las creencias es una decisión valiente y realista. Más aún, a quienes consideramos que la religión no tiene por qué considerarse un requisito para ser razonable, moral e intelectualmente íntegro.

Así ¿por qué no imaginar – como lo hacía Lenon – un mundo donde la religión y la política se mantuvieran limpiamente separadas? Un mundo, por tanto, sin terroristas ni cruzadas; sin sectas de estafadores ni libros prohibidos; sin educación doctrinaria y sin niños católicos, ni judíos, ni nada parecido pues los niños son solo eso: niños, y no tienen porque saber donde están parados en esos asuntos.

Un mundo, hoy más que nunca, capaz de romper los dogmas y vivir la vida en toda su rica diversidad. Liberar la mente para maravillarse del mundo tal como es y rescatar a nuestra sociedad del misticismo y la superstición. Formar ciudadanos cultos que puedan mirar erguidos el horizonte y darle al Ecuador una vida política más libre, independiente y saludable. Que puedan formar una sociedad donde al fin podamos llamar al pan, pan y al vino, vino… (O)