Polvo blanco  

CON SABOR A MORALEJA Bridget Gibbs Andrade

Bajo nuestra mirada, brotan ocultas las organizaciones criminales. Crecen tras las sombras del poder y pese a que se las puede reconocer, pretendemos que no existen. Les explico el por qué nuestro país es tan importante para la ruta del polvo blanco. El 90 % del cultivo mundial de cocaína se concentra en Colombia, Perú y Bolivia, produciendo ingresos anuales de USD 320.000 millones en la región (Colombia representa el 60 %). Una suma tres veces mayor que el PIB del Ecuador en el 2021, que fue de USD 106.000 millones.

Se estima que el 40 % de este valor se “invierte” cada año en comprar consciencias -o inconsciencias- de militares, políticos y jueces. Anualmente, casi USD 1,5 billones no declarados vacacionan en paraísos fiscales. Los beneficios anuales del negocio del “polvo blanco” representan entre 8 % y 10 % del comercio mundial.

De acuerdo con un informe de la ONU sobre el crimen organizado en Rusia, en 1995 la mafia ya tenía el control del 50 % del total de bienes y servicios; en la banca privada del 60 % y en el sector empresarial del 70 %. Se calcula que, hasta la fecha, el poder económico de los narcotraficantes rusos se ha incrementado en 64.000 %. Para que estos números sean factibles, quiere decir que existen legítimos poderíos criminales. Las bandas delincuentes ecuatorianas están asociadas, principalmente, con carteles colombianos y mexicanos. Sin embargo, es la mafia albanesa la que las utiliza como apoyo logístico.

Si se esfumara de un soplo todo el dinero que lavan los narcos y que circula por el país y el mundo, tendría lugar un cataclismo financiero sin precedentes. Lo que nuestros ojos no ven es que detrás del dinero sucio y de los artilugios creados para lavarlo, existen muertes y atropellos; despotismo e ilegalidades. El crecimiento de este vil negocio es directamente proporcional con el auge de violencia, sicariatos, prostitución infantil, terrorismo, trata de personas y homicidios. Pablo Escobar dijo con holgado desenfado: “Todos los imperios son creados con sangre y fuego”.

No estamos lidiando con personas que hablan nuestro mismo idioma; sino con seres deshumanizados, como la mayoría de legisladores carroñeros que entorpecen el progreso del país. Para asumir el desafío de enfrentar a estas mafias, no sólo se necesita de experiencia y conocimiento, sino de arrojo y bravura. ¿Quién la tendrá? (O)