Adolfo Putin

Juan F. Castanier Muñoz

O Vladimir Hitler, o “el invasor de Ucrania”, que para el efecto resultan casi iguales, al completarse el pasado viernes un año de que el gobierno ruso inició la invasión a Ucrania. Para no “tener que hacer” una declaración formal de guerra, la invasión fue denominada como “operación militar especial” y, así, Putin se ahorraba muchas explicaciones que, claro está, no cabían de manera racional ni lógica, y en pleno siglo XXI. Entiendo que la gran mayoría de gente pensaba que, dada la invasión a “David” por parte de “Goliat”, la “operación” sería asunto de días o a lo mejor semanas, que en un dos por tres los tanques rusos harían su entrada a Kiev, toda Ucrania se hallaría bajo control de las fuerzas invasoras, quienes, acto seguido, designarían un gobierno provisional controlado por el Kremlin y ¡capítulo cerrado!

Pero, parece que a Putin y a sus cortesanos les fallaron los cálculos. A lo mejor subestimaron la preparación y los pertrechos de las fuerzas armadas ucranianas, y sobre todo su nivel de decisión. O, a lo mejor, subestimaron la solidaridad internacional para con los invadidos, reflejada en la última resolución de la ONU en la cual más de 140 países pidieron que Rusia salga de Ucrania y ponga fin a su intervención militar en ese pais, así como en la ayuda militar de gobiernos con posición preponderante en el concierto internacional.

La verdad es que esta aventura bélica del gobierno ruso tiene, hasta la fecha, saldos catastróficos. Decenas de miles de soldados y civiles muertos en ambos bandos, cientos de niños fallecidos, millares de heridos e incapacitados, millones de desplazados, ciudades destruidas completamente o a medio destruir, servicios básicos inhabilitados, niños y jóvenes privados de sus estudios, hospitales y centros de educación inservibles, gente con miedo, hambre, frío, carreteras y puentes destrozados, millones de dólares gastados diariamente en misiles, en municiones, en movilización bélica. Y cabe entonces la pregunta, con semejante saldo de muerte, ruinas y cenizas, ¿estará durmiendo tranquilo el moderno Adolfo Putin o continuará rumiando sus acariciados sueños imperiales? (O)