La marca del tiempo

Hernán Abad Rodas

A veces uno tiene la impresión de que un año ha volado, pero, aunque no haya sido suficiente para cumplir nuestros objetivos, han sucedido varios tipos de acontecimientos en nuestras vidas personales, en la vida del país y en la del mundo.
El hoy pasa y ya no vuelve, y aunque llegue el mañana, no es ya hoy; y aunque hay un año próximo, ya no es este año; y así se alargan los días de la naturaleza, en tanto que los días de nuestras vidas se abrevian.
El pasado no existe, sino gracias al recuerdo que es la facultad que hace regresar el pasado al presente, desde esa fuente llamada memoria.
Para Jean Paul Sastre, “el presente no existe porque el instante en cualquier fracción infinitesimal de tiempo, ya es pasado”. Por eso, el filósofo francés afirma que el presente no existe, es la huida del ser.
Somos historia, por esta razón considero muy grave, cualquier enfermedad que nos arrebate la memoria y el recuerdo, pues ese momento dejamos de existir.
Todos somos lo que hemos sido, llevamos la marca del tiempo. Nuestra memoria está limitada porque existe el olvido, sólo recordamos unos pocos hechos de nuestro pasado.
Hay una memoria colectiva, que es aquella que existe en los grupos generacionales que vivieron conjuntamente etapas de la vida, como en la escuela, el colegio, la universidad, el trabajo etc. Esta memoria renace por los recuerdos comunes; tampoco dura mucho, pues desaparece cuando mueren los últimos representantes de aquella generación.
Para la historia es importante la memoria colectiva, pues es un pasado que palpita en el recuerdo, y se convierte en una historia contemporánea.
El problema que afrontan todos los seres humanos, no es cuál debe ser el propósito que traten de lograr, sino apenas, qué hacer con la vida que se les da por un período determinado de tiempo.
Por todas estas razones debemos aprender a amar y a honrar al tiempo, porque sabemos cuáles son sus intenciones, disposiciones, secretos y misterios.
La felicidad reside en los espíritus sanos, que obtienen una visión verdadera de la vida y un conocimiento profundo de la naturaleza y del ser humano. (O)