Joker, víctima o victimario

Viviana Bernal Estrada

Arthur, nombre de pila asignado a un niño quien fuere concebido por ejercicio de poder. Feliz, sobrenombre contradictorio atribuido al mismo niño por su progenitora, quien fuera víctima de “ese” poder.
Empezar así un análisis es probablemente una predisposición en negativo, pero como no hacerlo de otra manera si el sistema “en bruto” arremetió contra él. A nombrar pocos elementos para entender: violado y maniatado por su padre, psicótico y esquizofrénico, ridiculizado por su entorno, de mal aspecto, solitario y pobre.
De un niño aislado de la ternura y protección, un código humano para un sistema tirano de salud, un fármaco dependiente a consecuencia de la violencia parental física, psicológica y sexual, un comediante cuya pretensión le costaría más allá que su dignidad, resulta una víctima de un sistema que conspira contra él.
El mismo niño ya convertido en hombre, carente de amor, con vida de disfraz, con sed de justicia tras varios sueños coartados y con sus últimas fuerzas para pelear sus propias batallas, deriva en un victimario del mismo e impasible sistema que recae contra de él.
El bueno o el malo ¿Nace o se hace? “Arthur” fue “Feliz” por nombre más nunca supo cómo serlo hasta que se convirtió en el Joker; su placer criminal no es más que un destello de felicidad. (O)