En tiempos de Facebook

Y es que no es precisamente que está mal. Ahora mismo usted y yo, muchos, nos habremos encontrado o estaremos por encontrarnos en este medio social de alto impacto.

Pero hay vicios. El comentario es rápido, inmediato, sin mucha prisa por profundizar o analizar, sino así no más, como salga. Cuestionador. Alarmista. Negativo. A veces altruista. Pocas veces sereno y sensato. Un reflejo de las nuevas formas de interactuar y relacionarse. Poca seriedad. Escasa profundidad. Reuniones improductivas. Relaciones de momento. Culto a lo exógeno y transitorio.

Veamos ejemplos. Una enfermedad que ataca a la población entera y debe ser tratada con prudencia, ética y mínimos protocolos, se convierte en espacio para el surgimiento de epítetos, amarillismo y amarillismo. Surgen hasta nuevos médicos en redes. La ceniza de un proceso eruptivo se registra en rápida fotografía y esta recorre por todo espacio, mente y conocimiento dejando para después a criterios técnicos a observar. Un comentario burlesco es verdad. Una flor caída es un jardín en llamas. Un barrio peligroso es una ciudad invivible. Un gobierno corrupto y abusivo -que por cierto tiene nombre y apellido- es la aceptación que todos los que creen en la actividad pública o política, son iguales. Una fotografía, al estilo natural y sensato de la persona que posa, es viralización de un concepto -disoluto- sobre aquella.

De hecho, en tiempos de Facebook los buenos son malos, y los malos se convierten de un día a otro en buenísimos. Hay más sabios y conocedores de ramas desconocidas. Se multiplican especialistas y formados inconformes. ¿Acaso no es mucha posverdad? Tal parece hay más marionetas actuando como actores principales que titiriteros manejando al espectáculo. Las denuncias, incluso de quien no tiene nombre, se transformaron en sentencias firmes y ejemplificadoras.

Tal cual. En tiempos de Facebook cuanta falta hace: el viejo teléfono de disco, el barrio en pleno para jugar y analizar al mundo, el periódico esperado, la novela en la radio, el programa de análisis, el libro de largo índice y páginas amarillas, la Salvat Junior, el noticiero de fin de día, y ante todo, la pausa y respiro a un mundo tan vertiginoso. (O)

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