Nepotismo diplomático

Por diversas razones el mundo ha estado dividido en múltiples países políticamente organizados con el nombre de Estados que, al margen de intentos de aislacionismo total, han tenido que establecer relaciones entre ellos surgiendo personas especializadas y debidamente formadas en el campo de la diplomacia. La multiplicidad de actividades y de necesidades que deben ser satisfechas, han hechos que se formen especialistas en distintos campos siendo, en el ámbito de la política internacional, la diplomacia que se enriquece con la experiencia. En nuestros días, debido a la globalización, los requisitos para desempeñar de manera eficiente estas tareas es mayor.

El profesionalismo, en el buen sentido de la palabra, se ha consolidado en esta área para que el sector público cuente con personal capacitado mediante la carrera diplomática. Es aceptable que, en casos excepcionales, se recurra para este propósito a persona de alto nivel que en sus áreas han tenido experiencia en vinculaciones internacionales, pero lo conveniente y deseable es que los Estados fomenten campos de formación para esta carrera y se recurra a los que se han formado para que ejerzan las diversas funciones que este tipo de actividades requiere. En el servicio público global debe recurrirse según las áreas a personas especializadas, sin que las relaciones internacionales estén exentas.

El favoritismo a parientes de los que deben tomar decisiones es negativo. El nepotismo es nocivo de la política y hay normas jurídicas que lo prohíben. Lamentablemente en el servicio exterior se tiende a hacer caso omiso y el gobierno anterior, con una visión clientelista, intensificó el desprecio al servicio diplomática siendo “famoso” el calificativo su presidente usó para referirse a diplomáticos de carrera: “Momias Cocteleras”. El nuevo gobierno ha tratado de corregir este mal, pero se mantiene el nepotismo diplomático como “privilegio” de personas que en elevadas funciones pueden conceder estos premios.