Gracias tierra, gracias sol…

Tito Astudillo y A.

OPINIÓN│

Dispuestos alrededor de la mesa familiar, mi nieta Gobind Jot, nos “hace rezar” con las manos en cadena: “tierra; esto, tu fruto nos dio, el sol con su luz y calor los maduró: Querido sol, querida tierra, siempre amados, nunca serán olvidados…, pis, paz, a comer y disfrutar…”, ella aprendió de su hermana Allé que, así, reza en su preescolar.

Ellas me acompañan, en la huerta, a buscar las hortalizas que Abuela necesita para preparar el almuerzo. Bastó tomar la primera acelga para recibir una lluvia de preguntas que trato de responder: “¿por qué rompes la planta abuelo?”,” no rompo, tomo unas hojas solamente”, “¿y por qué solo unas hojas?”, “porque es lo que necesitamos”, “¿qué más vas a llevar?”, “lechugas y”…, “¿por qué hay tantas lechugas…?”, “porque sembramos algunas variedades”, “¿solo sembraste lechugas?”, “no, también sembramos cebolla, perejil, coliflor, remolacha, …”; pero ya han visto los tomates en el árbol y las granadillas… y vienen los: “¿por qué y para qué?”, sobre todo lo que ven y hasta imaginan ver en la huerta; “¿nos enseñas a sembrar, abuelo?”, “sí, claro”, y trato de explicar cómo se cultiva la tierra y el ciclo agrario y la importancia del sol y de la lluvia, las estaciones y tarareamos a Vivaldi; la selección de las plantas y las semillas y la importancia de cultivar nuestras propias hortalizas, y amar la tierra, no solo en tiempos de pandemia.

Esta experiencia me permite, también, recapacitar sobre la importancia de incorporar nuevos valores en el proceso educativo. La oración del preescolar nos permite reflexionar sobre la importancia de entender que el planeta Tierra es nuestra casa grande, la casa de toda la humanidad y de todos los seres vivos y la interrelación Humanidad-Naturaleza y Divinidad; las razones para celebrar, el 22 de abril, el Día Internacional de la Madre Tierra, proclamada por la ONU en el 2009. (O)