Novedades pandémicas

Juan F. Castanier Muñoz

Quienes en el futuro recuerden la pandemia actual, necesariamente van a recordar algunas características de ella, como por ejemplo, que semejante sacudón tuvo la propiedad de “volvernos” sobre nuestra igualdad, la misma que Jesús nos predicó hace más de dos mil años y que con tanta facilidad la pasamos por alto. No ha respetado el virus ni a los cariblanquizcos, ni a los cobrizos, ni a los amarillos, ni a los negros, tampoco a los ricos, a los pobres, a los medianamente acomodados. En suma, el virus no distingue ni el color de la piel ni la declaración de impuestos del SRI. Y tampoco distingue, cosa rara, las banderas políticas, e igual ataca a derechistas, izquierdistas, centristas o paniaguados, y digo “cosa rara”, porque los cristianos comunes solemos identificarlos con bastante facilidad. Sera porque, a lo mejor, los cambios de camiseta y las “cinturas” acomodaticias, tan frecuentes en el medio, terminan por “marear” al virus del cuento.

También se han desnudado debilidades, como que el cometer patrañadas no es patrimonio exclusivo de tal o cual ideología, ejemplos de ello son los desaciertos de Bolsonaro, de López Obrador, de Ortega o de Maduro. Que quién tuvo finalmente la culpa de la tragedia, que cuánto nos va a terminar costando y que cuándo se obtendrá una vacuna efectiva, he ahí las interrogantes cotidianas. Lo que a mí se me ocurre, tratándose de nuestro país y habida cuenta del indiscutible rebrote de la corrupción, es el dirigirnos a los científicos que están trabajando en la elaboración de la vacuna anti-covid, para que, aprovechando la oportunidad, de una vez “den haciendo” algún producto que permita la identificación de los corruptos en el país, porque parece que las autoridades tienen dificultades para ubicarlos.

A la mayor parte de corruptos se les ve, se les siente, se les oye: carrazos, mansiones, ropa fina, estudios en el exterior, inversiones, etc, sin ninguna justificación honrada, pero los altos funcionarios gubernamentales continúan designándolos para puestos claves y protegiendo sus intereses y a sus compinches, ¿mismo no hay gente honorable en el Ecuador?