Pensando la educación y la virtualidad: un debate urgente

Ilustración de Freepik.

Por: Juan Carlos Astudillo S. y Verónica Neira

Todos los fenómenos que construyen la cotidianidad, indefectiblemente, están cambiando a un ritmo impensable. Entre ellos, la educación ha sido fraccionada en, nos atrevemos a decirlo, un antes y después marcadamente vital.

El acto de educar es una construcción que desde siempre resignificamos pero que, en un abrupto corte se ha visto obligado a reinventarse: ¿la educación virtual significa un hacer lo mismo pero a través de la red y sus plataformas? Existe una nueva forma de interpretar, ejecutar y significar el acto educativo? En nuestra realidad inmediata, ¿estamos preparados para este salto? ¿Es justo, o agranda la brecha de desigualdad social de esta modernidad de un país en crisis prácticamente desde que nació, aunque profundamente agravada en los últimos años? Son varias, demasiadas las dudas y, para poder pensarlas, hemos acudido a la voz de colegas educadores con una gran experiencia y con una voz propia para que, al conjugarlas, podamos tender puentes que nos conviden alguna claridad.

En este contexto, nuestros invitados al diálogo (también virtual), son:

Francisco Martínez: Licenciado en Psicología y Maestro en Investigación Educativa por la Universidad Veracruzana (México) y Ph. D. en Ciencias del Lenguaje por la Universidad Pompeu Fabra (España). Docente e investigador en didáctica de la lengua y cultura escrita contemporánea.

Anna Tripaldi: Licenciada en Comunicación Social, Máster en Estudios de la Cultura con Mención en Diseño y Arte. Desde el 2003 es profesora e investigadora en la Facultad de Diseño Arquitectura y Arte de la Universidad del Azuay, desde el 2013 se desempeña como Directora de Cultura de la misma institución. Actualmente está cursando sus estudios doctorales en el área de diseño.

Hugo Humala: Doctor en Comunicación Audiovisual, Publicidad y Relaciones Públicas (Universidad Complutense de Madrid). Magíster en Ciencias Sociales, con mención en Comunicación (Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales). Licenciado en Ciencias de la Comunicación Social (Universidad de Cuenca). Director de la Carrera de Comunicación de la Universidad de Cuenca.

  1. El contexto del Covid nos planteo una realidad urgente en el uso de herramientas digitales para la educación. Y si bien estas herramientas habían sido usadas como una apuesta de las nuevas pedagogías, en nuestro país y realidad no tuvimos un debate serio sobre las ventajas y desventajas de su uso en la realidad nacional. ¿Cómo ha sido su experiencia docente virtual en estos meses?
  1. Martínez

Desde 2010 mi investigación se ha relacionado con el aprendizaje de lengua y el uso de Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), primero en espacios informales (con mi investigación para la Maestría en Investigación Educativa, México) y luego en espacios escolares (con mi tesis doctoral en Ciencias del Lenguaje, España). Llevo 10 años indagando en el tema, tanto con revisiones teóricas como con trabajo empírico. Por lo anterior, necesito contestar esta pregunta en dos dimensiones:

En primer lugar, como investigador estoy decepcionado por la actitud de algunas personas que se han convertido en expertos de la noche a la mañana y que ofertan soluciones superficiales aprovechando este momento de necesidad de formación de muchos docentes. Por soluciones superficiales me refiero a cursos para aprender a usar herramientas digitales y que no consideran el uso educativo y consciente de estas. Una cosa es enseñar a usar herramientas para videoconferencias o las funciones básicas de un Entorno Virtual de Aprendizaje, pero otra cosa muy diferente es enseñar a diseñar experiencias de aprendizaje efectivas en contextos virtuales. ¿Cuál es la consecuencia de la superficialidad? Por un lado, largas y arcaicas clases magistrales vía videoconferencia (que incluso incorporan la sagrada tradición de la toma de asistencia) y, por otro lado, una avalancha de textos en PDF para que los estudiantes desarrollen su “autonomía” memorizando sus contenidos. En pocas palabras, una enseñanza tradicional pero en formato digital.

En segundo lugar, como docente me ha parecido bastante improvisada la transición a la virtualidad. Insisto, el asunto no se resuelve con la digitalización de lo que se hacía tradicionalmente. No es cosa de que las universidades repartan cuentas de Zoom a sus docentes y asuman que todo saldrá bien. Se trata de que promuevan una actualización de concepciones y prácticas educativas que aproveche el potencial de la cultura digital (por esta me refiero a las maneras de participación social que existen gracias al Internet). Por ejemplo, ¿qué sería más significativo en estos dos escenarios? Que tus estudiantes indaguen en diversas fuentes de información y que escriban sus hallazgos corrigiendo (o ampliando) Wikipedia o que lean un PDF y escriban algo que solo el docente va a leer (y si bien les va, retroalimentar). En mi experiencia, escribir y compartir conocimientos con una audiencia es más significativo para los estudiantes, ellos encuentran una motivación distinta al saber que un público diverso podría leer sus producciones. Esto solo es un pequeño ejemplo de la clase de aspectos que debemos considerar. Para mí, una efectiva transición a la virtualidad no es digitalizar las prácticas de enseñanza tradicionales; en cambio, se trata de considerar debates actuales de las didácticas y la cultura digital y en función de estas realizar diseños didácticos. Hago alusión a una didáctica que apunte hacia la autonomía de los docentes (en contraposición con una prescriptiva que les diga exactamente qué hacer) y que considere aspectos tanto cognitivos como socioculturales.

  1. Tripaldi

El contexto de la emergencia y los procesos de aislamiento, no obligaron a dar un salto de modalidad urgente y rápido. En la institución en la que trabajo tememos la modalidad presencial y además, por nuestros valores institucionales orientados a un profundo humanismo, a esa presencialidad se suma un constante acompañamiento.

El cambio repentino a la modalidad virtual implicó no sólo un cambio de soporte o canal, sino un giro en el pensamiento mismo de los profesores. El reto era mantener el nivel académico, sin perder la calidez y la cercanía.

Tomó un poco de tiempo re pensar las cátedras, hubo que volver a lo esencial de cada una para desde allí replantear los procesos de enseñanza, esta vez, en un entorno virtual.

Personalmente, hace tiempo que en mis cátedras estoy implementando la filosofía de “enseñar a aprender” es así que las asignaturas ya estaban pensadas en sus contenidos, materiales y estrategias, hacia incentivar la reflexión y el descubrimiento. Liberar el pensamiento para desde allí aprehender las realidades que se plantean en el proceso de enseñanza/aprendizaje.

El reto estuvo en cómo propiciar esos espacios de reflexión y debate en el entorno virtual. Al inicio “tantetando”, experimentando y luego, ya con más confianza, empecé a sentirme más cómoda con esta suerte de intermediación tecnológica.

Es una experiencia muy interesante, porque, así como uno descubre las diferencias y las similitudes entre las modalidades, también se caen mitos. Encontré que los estudiantes son mucho más participativos en un foro en WhatsApp que en el aula, se desinhiben en el canal digital. También descubrí que ellos extrañan la cercanía con el profesor y pedían más clases en Zoom, les daba seguridad tener contacto directo.

En este sentido el reto más grande fue hacer que los mismos estudiantes asimilen que el contenido del debate era igual de valioso en el canal digital que en el presencial.  A lo que quiero llegar es a evidenciar que no todos los jóvenes son los “nativos digitales” de los que tanto se habla. Muchos de ellos saben usar internet, redes sociales y dispositivos electrónicos, pero otra historia es saber usarlos para aprender. Inclusive en sus formas de pensar, no todos ellos ven a estas tecnologías como espacios para un aprendizaje real o de calidad.

Hay muchas opiniones mitos y verdades que circulan alrededor del tema de la enseñanza en general, no se diga en el paso a lo digital.

  1. Humala

La pandemia nos cambió el mundo. El COVID-19 hizo que, obligatoriamente, docentes y estudiantes, tengamos que recurrir al uso de las herramientas digitales; sin embargo, nos dimos cuenta que, aunque sí se usaban dichas herramientas, todo se planificaba para la modalidad presencial. Esta situación conllevó a que, necesariamente, tengamos que capacitarnos, ya no solo para hacer uso de lo virtual sino para aplicar una nueva y buena pedagogía usando las herramientas digitales. Antes, dichas herramientas se las utilizaba según las necesidades de las asignaturas. En este contexto, la experiencia docente virtual, en estos meses, considero que ha sido de aprendizaje más que de enseñanza, porque aprendemos de esta nueva dinámica, de sus virtudes y defectos, experimentamos más de ser humanos antes que docentes, de ser hermanos y apoyarnos, ante todo. Ha sido un ejercicio de reflexión antes que de aplicación. Un reto que lo hemos asumido con mucha seriedad y responsabilidad pensando en el beneficio académico de los estudiantes.

  1. La virtualidad proponía, teóricamente, una disminución en la brecha social, masificando /democratizando el conocimiento a través del internet. ¿Sucede aquello?

  1. Martínez

No sucede y quiero exponer dos ideas sobre el tema. En primer lugar, la educación en línea tiene muchas dificultades por la vulnerabilidad económica de gran parte de la población. No todos en este país tienen posibilidades para tener dispositivos digitales o conexión a Internet. Recientemente un artículo de el diario español El País (Constante, 2020) expuso la cifra de 70 % de estudiantes con dificultades para recibir educación en línea. Este artículo cuestiona que se haya propuesto oficialmente, desde el Ministerio de Educación, la enseñanza en línea para una población desconectada de Internet en un 62.83 % (datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos, 2018).

En segundo lugar, la educación no se encuentra asegurada para los afortunados que sí se encuentran conectados. Lo que aporta el internet es información, que no es lo mismo que conocimiento. Las personas pueden recibir mucha información con diversos niveles de calidad, desde un artículo de divulgación científica hasta una noticia falsa o propaganda política. Lo que hacen con la información les puede ayudar a construir conocimientos, que es cuando se la apropian y le dan un uso educativo con ayuda de un facilitador. Asumir que información es lo mismo que conocimiento es muy peligroso para un profesional de la educación, porque se termina pensando que enseñar es transmitir o presentar información (y vuelvo a insistir con el asunto de las clases magistrales tradicionales por videoconferencia y las avalanchas de PDF de algunos docentes). Si tomamos en cuenta todo lo anterior, la brecha social es más grande de lo que parece, primero en la infraestructura y luego en la formación didáctica para la educación en línea.

  1. Tripaldi

La educación virtual sí puede contribuir en el proceso de democratización del acceso a la educación, sin embargo; para ello primero se debe trabajar en disminuir la brecha socio-económica.

Esa era la intención de algunos programas gubernamentales que apuntaban a aquello. Puede por ejemplo ser el caso del “Plan de la sociedad de la información y del conocimiento 2018 – 2021” propuesto por el Ministerio de Telecomunicaciones, entre algunos otros.

En ese mismo plan se menciona que se ha logrado la masificación del uso de las TIC en un 60,7% de la población, que el uso del internet llega a un 58,3% de la población, 63,6% de la población tiene acceso a teléfonos inteligentes.

Las mismas cifras que presenta el Ministerio nos dicen que un 40% aproximadamente sigue excluido del acceso a estas tecnologías, por tanto, si el estado no garantiza el acceso a ellas, simplemente la brecha en temas de educación no se va a cerrar. Tal vez se logre cuando la misma población con sus propios recursos, vaya paulatinamente accediendo. Para esto se requiere mucho tiempo.

La COVID no dio tiempo, simplemente llegó y las condiciones de desigualdad se hicieron más evidentes. No es la tecnología sola la que va a disminuir la brecha social, son las políticas de Estado y la voluntad social las que pueden hacerlo, la tecnología ayuda, pero no creo que sea la clave.

  1. Humala

Lamentablemente las brechas socio económicas, principalmente, son las que se manifiestan en los entornos virtuales. Si bien la virtualidad propone el conocimiento al alcance de todos, siempre va a estar al alcance de quienes tengan acceso y dominio en el uso de la virtualidad. Hemos confirmado que varios estudiantes no cuentan con un buen servicio de internet y, muchas veces, ni siquiera con computador (…). Nuestros estudiantes han tenido que priorizar entre pagar el servicio de internet o abastecerse de alimentos.

  1. ¿Se puede reemplazar la docencia presencial con la virtual? ¿Por qué?

  1. Martínez

No hablaría de reemplazo, cada una tiene enfoques y lógicas distintas, mas la diversificación puede ser muy útil.

Actualmente también la modalidad presencial está frente a cambios de paradigmas fuertes sobre las formas de enseñar, de aprender y los roles de los implicados.

En ambos casos hay que replantearse el rol del profesor, quien probablemente pasa a ser un facilitador del proceso de aprendizaje ya no un transmisor de información especializada. De igual forma el estudiante adquiere un rol más activo, debe encontrar motivación y pasión para ir aprendiendo y descubriendo.

Aquí se pone en juego otro factor clave, y es que el estudiante debe estudiar lo que realmente le apasiona. Antes era más fácil “calentar un puesto” como decían, pasivamente, perder el tiempo estudiando algo que no apasiona. Hoy el esfuerzo requerido es cada vez mayor por ello se requiere que el estudiante curse aquello que realmente le atrae.

Hoy otros retos comunes, como aprender a investigar, revisar materiales, discriminar contenidos buenos de los malos, conocer qué fuentes revisar. Finalmente, los soportes audiovisuales pueden y deben explorarse en ambas modalidades.

La virtualidad sin duda plantea la ventaja de la flexibilidad horaria, la gestión de tiempo, pero esto requiere más rigor y disciplina para auto regularse y darle espacio a los estudios en una vida agitada y llena de distractores.

Ambas modalidades hoy en día, y según sus particularidades, implican cambios de paradigmas que hoy son urgentes. No solo referidos a los contenidos, hay que ver a la educación como un espacio, sobre todo, de formación de seres humanos sensibles, solidarios, comprometidos y libres. Eso es urgente, estamos muy concentrados en los contenidos de especialidad, que si bien son importantes no son lo único.

Finalmente, está la exigencia de buscar en ambas modalidades una excelente calidad de educación donde el rendimiento garantice un crecimiento integral y de alto nivel.

  1. Tripaldi

No hablaría de reemplazo, cada una tiene enfoques y lógicas distintas, mas la diversificación puede ser muy útil (…). En ambos casos hay que replantearse el rol del profesor quien probablemente pasa a ser un facilitador del proceso de aprendizaje ya no un transmisor de información especializada. De igual forma el estudiante adquiere un rol más activo, debe encontrar motivación y pasión para ir aprendiendo y descubriendo.

Ambas modalidades hoy en día, y según sus particularidades, implican cambios de paradigmas que son urgentes…

  1. Humala

Está claro que lo virtual es necesario, que llegó para quedarse. Es inevitable que herramientas virtuales, en este mundo globalizado, cada vez más serán ineludibles para cumplir ciertas actividades en la educación. Se ha evidenciado que para determinadas asignaturas es factible; no obstante, también conocemos carreras que, de forma obligatoria, deben asistir presencialmente debido a los equipos, insumos y talleres, que posee el entorno universitario para fortalecer las competencias de los discentes. Pienso que depende mucho más de los estudiantes, quienes usan estos entornos para actividades sociales y todavía no ven el potencial del aprendizaje y autoaprendizaje en la virtualidad. Debo aclarar, sin embargo, que me cuesta aceptar que lo virtual puede reemplazar a la docencia presencial. A lo mejor tendremos que adaptarnos a una didáctica híbrida. Lo que le da vida a la Universidad es el contacto entre estudiantes y profesores en el aula. Esa coexistencia es lo que le da el verdadero sentido al proceso de enseñanza aprendizaje. Se debe pensar para los educandos en una formación integral, que sean críticos-reflexivos, solidarios y con convicciones éticas, y no pensar que son recipientes para ser llenados con conocimientos. Coincido con el exministro de Educación del Perú, Jaime Saavedra, quien ha señalado durante esta emergencia que “la educación es una experiencia social, nada reemplaza el toque humano, nada reemplaza la interacción social, nada reemplaza al maestro”. Tomemos en cuenta que, en gran parte, la comunicación es “no verbal” y esa comunicación nos acerca a los estudiantes y nos permite interactuar de mejor manera.

  1. ¿Podrías proponer un listado de pros y contras de la educación virtual?

  2. Martínez

En estos tiempos de educación en línea no me permito especulaciones, prefiero citar trabajo empírico; por lo tanto, sugiero revisar un artículo en el que hace dos años expusimos algunos hallazgos sobre el uso de TIC en la enseñanza de lenguas (Vazquez-Calvo, Martínez-Ortega & Cassany, 2018), quizás pueda ayudar a reflexionar sobre otras áreas. En este trabajo se exponen varios retos:

1) en la infraestructura, tener dispositivos y conectividad adecuados; 
2) en los materiales de enseñanza, que no sean meras digitalizaciones de materiales impresos y que aprovechen las posibilidades de los medios digitales;
 3) en las experiencias de aprendizaje, que tienden a tergiversar el enfoque comunicativo de enseñanza de lengua; 
4) en las prácticas pedagógicas, que intentan controlar y restringir a los estudiantes sobre el uso de sus dispositivos, que tienden al uso irreflexivo y pasivo de libros de texto y que desvalorizan recursos lingüísticos en línea (traductores, diccionarios, verificadores, etc.).

También encontramos oportunidades valiosas:

1) adoptar modelos de enseñanza que consideren el uso de diferentes dispositivos (teléfonos, tabletas y computadoras) para evitar la exclusión de las personas más vulnerables económicamente; 
2) usar software libre, que alivia costos y fomenta valores como la solidaridad, la colaboración y la democracia; 
3) crear alternativas a la desconexión, algunos docentes han ideado estrategias ante las dificultades por carencias de conectividad como el uso de memorias USB para compartir archivos necesarios para las actividades escolares;
4) construir una independencia del docente ante el libro de texto, los libros de texto ya no son las únicas  fuentes de información gracias al internet y su oferta informativa;
5) aprovechar recursos y tecnologías del lenguaje para la enseñanza de lengua, como diccionarios, verificadores y traductores;
6) desarrollar la literacidad crítica, internet nos brinda mucha información ante cualquier necesidad, aprender a distinguir su autoría, fuentes, calidad, ideologías implícitas, intenciones, etc. es una prioridad en estos tiempos de noticias falsas y campañas de desinformación;
7) desarrollar aprendizaje colaborativo por medio de proyectos multidisciplinarios y significativos para los estudiantes.

Como se puede apreciar, en el contexto de la enseñanza de lenguas encontramos varias oportunidades. Considero que el uso de TIC es un buen pretexto para la transformación de prácticas de enseñanza encaminadas a la participación activa y crítica de los estudiantes en sus contextos sociales y culturales. Desde hace veinte años muchos autores han estimado un crecimiento gradual de la presencia de las llamadas “nuevas tecnologías” (TIC) en la enseñanza, ahora la emergencia sanitaria ha obligado a muchos docentes a dar un súbito salto hacia su adopción. Los docentes deben considerar que cualquier tecnología no es buena o mala por sí misma, sino por lo que hacemos con esta. Podemos usar un Entorno Virtual de Aprendizaje tanto para desarrollar una enseñanza tradicional como para desarrollar una activa, crítica y transformadora.

También encontramos oportunidades:

1) adoptar modelos de enseñanza que consideren el uso de diferentes dispositivos para evitar la exclusión;
2) usar software libre, que alivia costos y fomenta valores como la solidaridad, la colaboración y la democracia;
3) crear alternativas a la desconexión;
4) construir una independencia del docente ante el libro de texto;
5) aprovechar recursos y tecnologías del lenguaje para la enseñanza de lengua, como diccionarios, verificadores y traductores;
6) desarrollar la literacidad crítica;
7) desarrollar aprendizaje colaborativo por medio de proyectos multidisciplinarios y significativos para los estudiantes.

  1. Tripaldi

Personalmente estoy apenas familiarizándome con la educación virtual, no podría pensar en contras, pero sí en dificultades.

En el contexto de la pandemia una dificultad es que los estudiantes no están acostumbrados a ese rol activo que se requiere y muchos carecen de autodisciplina para regular sus procesos. Ellos también deben dar el salto, no solo lo profesores. Así que también ellos están aprendiendo a ser estudiantes virtuales.

Otra desventaja actual es la dificultad de acceso a las tecnologías, ya sea acceder a dispositivos como a Internet e inclusive teniendo acceso, que estos sean de calidad. En esta época hemos visto que no todas las conexiones de Internet son iguales y que las redes de servicio colapsan, esto implica que también los proveedores de internet, públicos y privados, deben mejorar sus ofertas. Así como los dispositivos deberían ser más accesibles, especialmente las computadoras.

El acceso a herramientas para generación de contenidos virtuales también puede ser una dificultad, tanto para profesores como para estudiantes, ya que muchas de ellas requieren el pago de licencias o capacitaciones específicas.

Finalmente, la reflexión sobre ambos tipos de modalidad sería probablemente distinta fuera del contexto del COVID-19. Este virus vino a “ponernos de cabeza”, creo que la situación actual nos obliga a repensar toda nuestra forma de vida como especie humana. Es una oportunidad para crecer y cambiar, en ese sentido ojalá logremos dar otros saltos urgentes en lo social, lo ambiental y lo económico.

  1. Humala

Pros de la educación virtual

  • Disponibilidad de material on-line.
  • Las clases con vídeos educomunicacionales permiten su repaso de forma personalizada. Facilitan el estudio según la conectividad de cada estudiante.
  • Se adapta al ritmo de vida los estudiantes.
  • Posibilidad de explorar recursos tecnológicos para el aprendizaje.
  • Indagación de nuevas fuentes de conocimiento por parte de cada estudiante, mismo que complementa a la materia.
  • Pone en práctica la autoeducación.
  • Diversificación de medios para recibir clases y mejorar el aprendizaje (el docente acopla herramientas virtuales para complementar la enseñanza).
  • Material de apoyo para autoestudio/Invitar a profesionales externos para las charlas.
  • Acceso vía internet a repositorios académicos en todo el mundo.
  • Apertura de repositorios académicos virtual y cursos gratuitos.
  • Tener acceso a otros textos que se puedan utilizar como base de estudio.
  • Construcción del sentimiento de dedicación y esfuerzo en los estudiantes y profesores.
  • Fortalecimiento de la investigación.

Contras de la educación virtual

  • Baja ejecución práctica.
  • Falta de respuesta por parte de los estudiantes por falta de confianza.
  • Imposibilidad de acceso presencial a fuentes de revisión documental.
  • Diversidad en la comprensión del tema a tratar (no todos, ni todas aprenden de igual manera).
  • No hay una metodología definida para el aprendizaje en educación virtual.
  • Dificultad para realizar prácticas.
  • No es fácil coincidir en los horarios para trabajos en grupo.
  • Un solo equipo en casa y varios usos y usuarios.
  • Mala conexión a internet.
  • Falta de complementos educativos que permitan un aprendizaje más personal/individual, debido a la carencia de interacción presencial.
  • Falta de capacitación para utilización de medios virtuales.
  • Pasividad de ciertos estudiantes que no realizan las actividades de aprendizaje.
  • Deshonestidad estudiantil para justificarse por baja conectividad a internet.
  • Incumplimiento del programa que permita cumplir los resultados de aprendizaje.
  • Falta de interacción social.
  • El ambiente no es el correcto para el estudio, hay muchas distracciones.
  • Limitado acceso para estratos socioeconómicos bajos.
  • Limitación al acceso de laboratorios e insumos idóneos para el aprendizaje que están en el campus universitario.