Una gran renegociación

Gerardo Maldonado Zeas

OPINIÓN|

El presidente de Argentina Alberto Fernández, al no tener el favor y consenso de los tenedores de bonos para renegociarlos, lanzó una cantidad de improperios a los acreedores, maltrato del cual, tratando de desconocer un gran trabajo realizado en materia económica y diplomática, tampoco se libraron las autoridades ecuatorianas, y menos el presidente Moreno.

Para persuadir a los poseedores de bonos, y tener “cara” para alcanzar buenas condiciones de renegociación, se necesita conocimiento, un buen equipo económico, y, sobre todo, la capacidad de generar confianza. Ecuador fue por el camino correcto, digamos el enfoque tradicional para negociar, honrando primero los plazos y condiciones acordadas; en cambio los Kichneristas por su ofuscado manejo ideológico de la deuda, no más del 20 % de los tenedores les aceptaron sus propuestas “revolucionarias”, mientras que el Ecuador llegó a tener el 98 % de consentimiento.

No se necesita tener una gran formación en economía o finanzas para entender que cuando cambian las condiciones de una obligación, se reduce la deuda, se obtienen mejores plazos, bajan las tasas de interés, los períodos de gracia para los pagos de capital e intereses se flexibilizan, lo cual permite arribar a un escenario más blando del manejo del flujo de caja, aliviando en el mediano plazo la carga fiscal, para disponer de recursos, orientarlos a programas sociales, y fomentar la inversión productiva.

Por la oposición con este modelo de renegociación, la asambleísta Villalba, a nombre del correismo, ha pedido la comparecencia a la Asamblea del equipo económico y parte del diplomático, para que expliquen cómo lograron estos acuerdos. De seguro, no lo hacen por amor a la Patria, sino porque para ellos no hay nada mejor que endeudarse agresivamente en condiciones onerosas, y destinar los recursos al dispendio y al gasto inútil, para luego negar los compromisos. Con las explicaciones del caso, ojalá entiendan que siempre, y ni se diga en dolarización, se debe cuidar como un tesoro los recursos. (O)