Dos siglos de centralismo

Mario Jaramillo Paredes

Hay cada vez más gente en todo el país y por supuesto en Cuenca que cree-creemos- que no existe futuro sin una descentralización total.  No una descentralización de mentira, como la de la Constitución vigente, sino un proceso radical que termine con doscientos años de absolutismo.

Es mentiroso hablar en la Constitución de descentralización y mantener en la práctica una estructura que convierte al mandatario en un monarca absoluto como ocurrió en el pasado gobierno. Es mentiroso llamar Gobierno Autónomo Descentralizado a un Municipio, cuando en la práctica depende casi totalmente del gobierno central al que está sometido económicamente.

La lucha para conseguir una plena descentralización va a ser dura y larga. Ni el Estado central ni la burocracia van a ceder un centímetro, si no es a base de una presión fuerte. La extrema izquierda y la extrema derecha, hablarán del apocalipsis del federalismo y si bien dirán que apoyan a la descentralización, en la práctica no lo harán, porque su ideología defiende un poder total con partido único y la figura del caudillo mesiánico, dueño de bienes y personas.

Los gobiernos locales fuertes, mucho más honestos, estables y cercanos a la gente, no les convienen a quienes desde el modelo de estado central son la versión moderna de la monarquía absoluta.

La lucha por el trabajo digno para todos, por una educación pertinente y de calidad, por una salud pública verdadera, una vialidad razonable, por una autodeterminación de cada región o provincia, debe ser el gran sueño del futuro. Cuenca sabe hacer bien las cosas y puede hacer todo bien disponiendo de una autonomía radical y, si es necesario, entrando en un sistema federal. Lo que no puede es seguir como hasta ahora con un centralismo gatopardista, que de tiempo en tiempo cambia algo para que en el fondo no cambie nada. (O)