De escapados y escapes

Edgar Pesántez Torres

Triste suerte la de vivir en una arteria principal de la ciudad, en donde no se conoce el silencio de la noche, menos del día; aquel silencio hermano de la soledad que no existen de manera absolutos, salvedad en la muerte, pero son imprescindibles para que surja la música del fondo inexplorado del espíritu; aquel silencio que hizo decir a Dostoievski que es lo más bello del mundo, por eso que el hombre que calla es más bello del que habla.

Lo contrario de lo hermoso es lo feo, horrible, todo aquello que influye en nuestro interior de forma negativa, que nos retrae, que afecta el ánimo, que enferma el cuerpo y el alma. Es la bulla, el sonido estentóreo, el grito destemplado y el habla descompuesta de los políticos, verbo y gracia; es decir, de aquellos escapados del buen juicio y la normalidad, de esos que en tiempos electorales se vuelven dislálicos y verborreicos hasta llevarnos a la turbación y la perturbación.

Dieciséis desconcertados pandémicos han comenzado a inundar las redes sociales, las plazas, los mercados, las avenidas, los medios de comunicación tradicionales, etc. y etc., para gritar con ayuda de altos parlantes proclamas lesivas al oído y a la inteligencia, como aquella de “¡Retorno!¡Retorno!¡Retorno!” o “¡Indulto!¡Indulto!¡Indulto!” Así nomás los planes de gobierno sintetizados en una o dos palabras repetidas y coreadas, que a los cretinizados y masificados quizá convencerán.

De este tipo de ruido faltará tinta, papel y tiempo para hablar. Ahora y por instinto de conservación y en defensa de tanto indefenso, hay que martillar a las indolentes autoridades a fin de que intervengan en contra del sonido estentóreo de los automotores, especialmente de las motos que han proliferado igual que los políticos, cuyos pilotos creen que retirando el escape, rodando en zigzag, podrán conseguir las miradas de lindas damas y damiselas.

La Emov EP, al parecer creada para financiar los desfaces del presupuesto municipal, debería poner orden a este caos que afecta la salud de los cuencanos. No se trata de hacer batidas en vísperas del tercer o cuarto sueldos, sino ser constantes en su deber hasta que desaparezca esta mala costumbre de maltratar al vecindario con ruido y humo.

Falta energía, decisión y perseverancia para hacer cumplir las normas legales y reglamentarias y así garantizar la salud, la integridad y la tranquilidad de la ciudadanía. (O)