Recuerdos de Tadashi Maeda

Tito Astudillo y A.

Ha fallecido Tadashi Maeda y, como advertía Hemingway, una parte de uno también se va. Es cierto que el pesar se dilata en relación a la cercanía y lo más cercano es el amigo, definición exacta para distinguir al violinista japonés con quien, en su corta estadía en Cuenca, compartimos una entrañable amistad, nacida de mirar el paisaje como un espacio de encuentro y diálogo de las artes.

Hace meses, quizá un año, fue antes de la Pandemia, Juan Fernando Paredes contaba emocionado la visita de Tadashi y recordamos esa temporada de conciertos “sobre el río”, así, llamaba el virtuoso compositor nipón, sus recitales de música Clásica y Latinoamericana en el Complejo Turístico Cultural Paseo El Barranco, allá por el año 2002, como solista, en compañía de su esposa la pianista Chinatsu Maeda, del grupo “Mestizos Desterrados” y de otros artistas que él invitaba. Una tarde, de paso a la Universidad, entró en la Casa Paredes Roldán, subió a la terraza y se prendó del paisaje de la ciudad por este lado, del Tomebamba sus aguas, rumor y sauces y, en la noche, del canto de río bajo las estrellas; terraza, río, ciudad y cielo que motivaron sus conciertos; él mismo dispuso fechas, escogió y ordenó los espacios con escenario al río, siempre, y organizó las programaciones; tocar con tertulia e interactuar con la gente dispuesta alrededor y el vino. Fue una temporada musical inolvidable que se interrumpió con su salida de la ciudad, interrumpió digo, porque siempre quiso volver.

Nacido en Osaka con recorrido por Europa, Estados Unidos y Brasil, enamorado de Cuenca y el agua de sus ríos, nos dejó un legado de virtuosidad profesional y la certeza de que el arte y el artista, solo se realizan en contacto con el público y que, para ello, deben buscarse espacios de encuentro y diálogo, como encontró él, en la Casa Paredes Roldán en el Barranco del Tomebamba. (O)