“Venciendo utopías”

Eliécer Cárdenas E.

El escritor cuencano Eduardo Rodas Marín, expone en su obra “Utopías de Tórcules” (Salvemos al mundo venciendo utopías), una manera de ver la realidad que se basa en principios como el orden, la limpieza, puntualidad, trabajo, honestidad, englobadas en un sub tema denominado Utopías o Realidades.

En una época en la cual las utopías han perdido consistencia frente a realidades, aberrantes inclusive, que se crearon partiendo de ideas sumamente grandiosas y atractivas, para terminar en regímenes carcelarios, sociedades de la prohibición, y, por si fuera poco, altamente corruptas debido precisamente a la concentración totalitaria del poder en manos de una cúpula (fascismo, estalinismo, el régimen de los Ayatolas en Irán, entre otros). Por lo tanto, Eduardo Rodas edifica su obra en un terreno minado, donde la desconfianza por las experiencias pasadas sería la regla. Sin embargo, este remedio para el mundo que propone el autor, no se basa en premisas de poder, sino más bien en principios éticos, es decir un gobierno humano mediante normas y no el dominio de una cúpula sobre las mayorías.

El autor señala en su obra: “Considerando la naturaleza humana, cada individuo madura con el tiempo su propia forma de pensar y actuar ante la sociedad, gracias a la capacidad de reflexión personal, influenciado por sus vivencias, su conocimiento logrado mediante estudio, análisis y discusión de abundantes obras de los más diversos temas, también por las tradiciones, cultura, su lugar de nacimiento, etc.”.

Por lo tanto, Eduardo Rodas Marín, postula en su obra “Utopías de Tórcules” una serie de principios basados en el humanismo, en los cuales engloba la ética, la ciencia, la política, religión, tradiciones y otras como el elemento fundamental que permita una vivencia más plena y de valores. ¿Una nueva utopía? Creemos que no, más bien un ángulo de reflexión que permita a los lectores ubicarse en el aquí y ahora del mundo, tras los fracasos y el agotamiento de recetarios políticos, económicos y sociales, que deben ser redefinidos a la luz de una comprensión amplia y al mismo tiempo maleable para que, en base a ella la vida social en general, pueda contar con puntos de vista que sin ser nuevos, por aquello de “Nada nuevo hay en este mundo” ofrezcan en cambio perspectivas renovadas sobre la condición humana en esta época de crisis. (O)