Reflexiones para 2025

Andrés Martínez Moscoso @andresmartmos

Después de conocer los resultados del referéndum y consulta popular 2024, los principales actores políticos del país intentaron reivindicar como suyo el triunfo. Tanto por las 9 preguntas aprobadas, o en su defecto por las 2 que fueron rechazadas.

No obstante, el pronunciamiento en las urnas deja otros mensajes que deberían ser considerados a mediano y largo plazo.

Es necesario comprender el alto nivel de confianza que aún mantiene la ciudadanía respecto de la labor de las Fuerzas Armadas, la cual se encuentra solamente por detrás de la que tiene la Iglesia. Esto debe ser entendido desde una doble perspectiva, la primera otorga mayor nivel de responsabilidad a esta institución sobre sus acciones, por ende, la imposibilidad de defraudar a los ecuatorianos, y la segunda, elimina esa errada interpretación de que las fuerzas del orden no pueden comulgar con las necesidades ciudadanas.

Por otro lado, este último proceso electoral demostró que, el miedo puede ser usado como poderosa herramienta para decantar posiciones. Fue evidente como la percepción de inseguridad generó un alto apoyo a las preguntas que pedían participación complementaria de las Fuerzas Armadas, y, por otro lado, en las preguntas que perdieron del referéndum, el temor a perder el trabajo, cambiar de régimen laboral, o afectaciones a la soberanía estatal, decantaron a los ciudadanos por un sentimiento conservador por mantener el statu quo.

 Se equivocan los líderes políticos que creen que fueron ellos los que a través de sus campañas los que modificaron el comportamiento electoral. En mi opinión, el ganador fue el pueblo, quién supo elegir respecto a lo que le convenía. Y esta lectura debe ser tomada en cuenta para el proceso electoral de 2025, pues las mayorías pueden ser caprichosas al momento de jugar con sus intereses.

Por último, es necesario considerar que, la implementación de algunas preguntas del referéndum no será tarea fácil (por ejemplo, judicaturas especializadas), pues esto representa una nueva institucionalidad, mayor presupuesto, así como la puesta en marcha de procesos de contratación que no serán solucionados de la noche a la mañana, y si no se ven respuestas inmediatas se corre el riesgo de que el descontento de la población aumente y pueda terminar en un nuevo “estallido social”. (O)