Gastos injustificables

Marco Carrión Calderón

No se trata de mucho dinero lo que la Asamblea Nacional presidida por Guadalupe Llori ha dedicado a la compra de alimentos o alojamiento personal en diversos hoteles. Se trata más bien de que esta señora, desde los comienzos de su gestión, ha pretendido realizar gastos extravagantes con el dinero del Estado. Lo primero fue la pretensión de comprar un buen número de vehículos de “alta gama”, en términos comunes esto significa carros finos, caros, de especial elegancia. Fue desbaratada esa idea porque se descubrió a tiempo el intento de realizar tal compra en épocas de austeridad y cuando el país pide salir, al fin, de la época de despilfarro y robo del correato.

En estos días surge otro problema. La Presidenta de la Asamblea ha tomado la costumbre de alojarse en hoteles en los cuales las cuentas son llamativamente altas pues se trata de sitios exclusivos y que le brindan tratamiento VIP que incluye hasta sesiones de masajes y con acompañantes, lo que sería una infracción de las normas. Pagar dos cientos y más por un almuerzo y elevadas propinas resulta también estrafalario para quien, con seguridad y bien hecho, llevaba una vida más normal.

No solo eso, que ya sería el colmo. Se descubre un contrato para “Logística para reuniones y eventos” de la Asamblea en el cual hay gastos realmente desproporcionados por ofrecer bocaditos y comidas a los asistentes.

Se ha derogado la disposición que autorizaba esos gastos lujosos y desproporcionados pero lo hecho hecho está. La Señora Llori ha demostrado ser persona no capaz de ejercer una tan alta magistratura. Ha despedido 21 asesores -¿venganza?-¿ Para que tenía tanto personal de ese tipo?

La justificación para estos gastos ridículos y desproporcionados ha sido, increíblemente, que “todos lo hacen” y que “se han realizado en administraciones anteriores”. No importa los montos, importa el hecho dispendioso y ridículo. Importa que el partido que auspició a Llori siempre ha estado en contra de ese tipo de demostraciones ostentosas y propias de “pelucones” ¿De dónde ha traído a La Asamblea ese afán derrochador con la plata ajena, esas ansias de disfrutar de elegancias y prosas tan ajenas a su cultura y a su vida? (O)