La autopista Cuenca-Azogues, una ruta llena de sabor

En la autopista Cuenca-Azogues hay varios locales de comida. El restaurante “El Royal” -de propiedad de una familia de colombianos- abrió sus puertas desde hace un año. Xavier Caivinagua/El Mercurio

La vía rápida Cuenca-Azogues-Biblián es, desde hace algunos años atrás, el lugar del sustento económico de muchas de las familias azuayas incluso extranjeras. La carretera de alrededor de 42 kilómetros congrega decenas de emprendimientos, especialmente gastronómicos que proliferan a raíz de la pandemia de la COVID-19.

Los negocios se observan en diferentes segmentos de la también llamada autopista, en el sector Carmen de Guzho hasta llegar al kilómetro 42, en la salida de la cabecera cantonal de Biblián. En el tramo de Cuenca; no obstante, se ubican la mayor cantidad de emprendimientos.

Los locales -unos más grandes que otros- guardan también historias de vida, sobre todo, de los momentos más complicados de la pandemia que tal vez desconocen muchos de sus clientes que hoy se deleitan de la variedad de los platos típicos, la comida rápida y de otras delicias.


Vivencias José Sornoza, de 44 años de edad, oriundo de Portoviejo, de la provincia de Manabí, llegó desde hace 27 años a Cuenca para iniciar una nueva etapa en su vida. José conoció en la Atenas del Ecuador a su esposa, quien es su mano derecha en su negocio.


Él, desde hace 16 años, tiene su emprendimiento de comida costeña que inició con un pequeño quiosco de madera que fue ampliando con el transcurso de los años en Guzho.

José, mientras preparaba un plato para servirlo a un cliente, recuerda esos primeros meses complicados de la pandemia en los que casi quebró su local llamado “El Mono”. Un mes y medio tuvo que cerrar obligatoriamente las puertas de su negocio, no tenía ganancias y las deudas se acumulaban.

Sin embargo, optó por abrirlo nuevamente con el servicio de “solo para llevar” -que permitían las autoridades nacionales en aquel entonces-. Las ventas iban mejorando y se atrevió a invertir para ampliar la planta baja y construir un segundo piso, pues así podría cumplir con las normas de bioseguridad.

Una familia de colombianos nunca se imaginó que Ecuador se convertiría en su hogar. Luis Castillo, de 46 años de edad, junto a su esposa Tatiana Bautista, de 44 años, viven de la gastronomía ecuatoriana. La historia de esta familia de extranjeros es muy particular.

Luis llegó desde hace 17 años al país para trabajar brindando el servicio de catering en los campamentos de obras estatales a cargo de constructoras privadas, una de estas, FOPECA. Él decidió en octubre de 2020 abrir su restaurante “El Royal”, en la vía rápida, a la altura de Challuabamba, que lo administra su esposa. Los empleados que trabajan en el restaurante son excompañeros de trabajo de Luis. “Nosotros abrimos el local después de los momentos difíciles de la COVID-19. No ha sido fácil, pero gracias a Dios vamos mejorando de a poco”, agrega Tatiana.

A un costado de la autopista, a la altura del puente “Sixto Durán Ballén”, se observa un letrero de fondo rojo que dice “La Tía”, y detrás de este, una pequeña parrilla. Aquí, Carmen Yanza, de 52 años de edad, prepara las carnes, pollos y chuletas asadas para sus comensales, principalmente choferes de camiones, tráilers y más vehículos pesados que utilizan la vía rápida para viajar hacia otras provincias del país.

Carmen lleva unos 22 años trabajando en la gastronomía. Ella inició en la Panamericana Norte, y luego, se trasladó a la autopista, cuando se terminó de construir la carretera.

La mujer recuerda que fue la primera -con su exesposo- en tener un local de comida en la vía rápida -después de eso, fueron incrementando los negocios, siendo el último año donde se registra una mayor cantidad de locales. Historias similares esconde esta carretera estatal que –para muchos- es un motor comercial de los emprendedores.

Proyecto de dos hermanas

Las hermanas Nube y Sandra Carrión, de 43 y 41 años de edad -respectivamente- llevan más de un año laborando en la autopista, a pocos metros de llegar al desvío hacia el intercambiador de Guangarcucho.

La COVID-19 golpeó duró a esta familia, oriunda de las proximidades del colegio Garaicoa. Ellas trabajaban como promotoras, pero se quedaron sin empleo hasta uno de sus hermanos tuvo que migrar a los Estados Unidos (EE.UU.).

Las hermanas tienen el respaldo de una tía para vender por las mañanas comida rápida en un remolque, pues en la tarde su tía vende morocho a los conductores. Ellas trabajan desde las 18:00 para sacar adelante a sus hijos ganando uno que otro dólar con la bendición de Dios. (BPR)-(I)