Indefensos

Aurelio Maldonado Aguilar

Pasaron ya varios años y algunas ratas empiezan a moverse libres. Los inmensos capitales robados de la forma más desvergonzada al erario nacional, están seguros y a buen recaudo en cuentas muy escondidas y en paraísos fiscales, esperando pacientemente que sus titulares, una vez libres del encierro, puedan traerlos sin fisgonas fiscalizaciones y en completo sigilo -la nueva ley lo permite- y vengan a gastar como verdaderos califas multimillonarios, inmensos matutes envueltos en lágrimas y pobreza de un pueblo que sufre sin la menor conmiseración. Sus dolencias y enfermedades, muchas catastróficas, son envoltorio del hurto, pues el gobierno de turno no puede entregarles por no tener recursos, atención, medicamentos y cuidados, cosas que son su derecho y les corresponde honestamente. Sus suplicas y lamentos por ser mejor tratados son patéticos y desgarradores, sabiendo que es su derecho, adquirido y pagado con sudor y trabajo, no siendo ni remotamente una dadiva. Aparte del dinero que corresponde al pueblo, nos robaron dignidad y seguridad elementales para subsistir y sobrevivir. No existió campo donde no se solazará la ratería. Grandes contratos en mega obras mal construidas o no realizadas, pero si pagadas y con sobreprecios monstruosos para lograr coimas, fue el pan del día; compras de medicamentos, fundas de cadáveres, licitaciones absurdas para justificar el robo e incluso se valieron del terremoto donde el pueblo sufrió sin límites, para levantarse incluso con donaciones de entes y países amigos. Tan podridas, asquerosas y hábiles fueron las mañas del robo, que asesinaron para silenciar testigos a la gente que podía denunciarlos y todo impunemente con la insólita y repugnante ayuda de jueces que nunca vieron motivo para procesar a los delincuentes y les sobreseyeron, cegados talvez por su reparto y posiblemente por miedo de amenazas mafiosas, a pesar de que todas las pruebas son claras como el día. Mientras el pueblo llora y sufre, asiste a la pantomima política de gobierno y asamblea, que, con el remoquete de la gobernabilidad, van pactando claros ententes tan obvias, como el que la comisión de derechos humanos cabildee con Glas y no pasan 24 horas para que este reo pida ventajas para salir con medidas sustitutivas de prisión. Mientras las ratas empiezan a salir libres, no se recauda los dineros robados que servirían inmensamente, si los usarían honestamente, para arreglar salubridad, educación, alimentación, movilidad etc., que requerimos urgentemente y a cambio puedan ser escondidos por reinado de la nueva ley. (O)