Cambio y tradición

El cambio es esencial a la condición humana, tanto en las personas como en las colectividades. Las diferentes culturas que nos diferencian provienen de nuestra creatividad a lo largo de los tiempos en la que se fundamenta la identidad en diversas áreas y niveles. La historia de la humanidad es la del cambio y no cabe ser ajenos a su dinámica. Es posible hacerlo manteniendo una serie de realidades y pautas de conducta que conforman la identidad. Cambio y tradición no son contrarios, son complementarios. La forma de celebración de la Navidad es un importante indicador de la posibilidad de que opere esta complementariedad que dentro de la universalidad mantiene la identidad.

Para los que formamos parte de la civilización cristiana occidental el nacimiento de Cristo en condiciones precarias es una creencia universal, pero en la manera de conmemorarla suelen darse diferencias dentro de la visión de paz y amor que es propia de este acontecimiento. No hay patrones rígidos para expresar el amor navideño y se han creado múltiples símbolos y leyendas que varían de acuerdo con las peculiaridades de cada cultura. El árbol de navidad, Papá Noél, los nacimientos son algunas de estas expresiones que, originadas en condiciones diversas, de alguna manera se han generalizado.

En nuestro caso, la elaboración de nacimientos ha sido una costumbre antigua que ha configurado y robustecido nuestra identidad; recoger montes para el entorno de estas expresiones y recurrir a velas para iluminarlo en Noche Buena ha sido en gran medida reemplazada por avances tecnológicos como la generalización del alumbrado eléctrico y las imparables innovaciones tecnológicas se han incorporado a estas obras por razones prácticas y la posibilidad de estructurar las creaciones. En el caso que comentamos coexisten sin problema la tradición y el cambio al recurrir a tecnologías modernas para cumplir con esta expresión de amor.