
El Complejo Arqueológico de Chobshi, El Pailón y el cerro de las brujas, en el cantón Sígsig, son una alternativa para aprender y disfrutar la naturaleza.
Sentir el roce del viento en la cara, respirar aire puro y deleitarse de hermosos paisajes, son parte de la experiencia de la Ruta de las Brujas del cantón Sígsig, al noreste de Azuay. Una aventura ideal para quienes deseen salir de la rutina y conectarse con las culturas antiguas y la naturaleza.
Ubicado a 63 kilómetros de Cuenca, el primer paso es llegar al centro cantonal de Sígsig y luego dirigirse hasta el Complejo Arqueológico de Chobshi, que es uno de los sitios más antiguos de ocupación humana en el Ecuador.
El complejo está a unos 10 minutos en vehículo desde el centro de Sígsig.
Ya en el lugar, las personas pueden visitar la cueva negra que, según los arqueólogos, hace más de 10.000 años fue utilizada como refugio temporal de comunidades nómadas para protegerse del clima y también servía como taller de herramientas de piedra, hueso y madera. Los vestigios se pueden apreciar el museo que hay en el sitio.
Otro de los atractivos es la Fortaleza del Cacique, la Casa Cañari y el Capac Ñan o caminos ancestrales que conectaba a la estructura, incluso hay registros de un camino principal que se dirigía hacia Cuenca.
Senderismo
Chobshi solo es el inicio de la visita, pues la denominada Ruta de las Brujas, está a pocos minutos, en el sector denominado El Pailón.
Allí, a través un camino en la ladera de una montaña, los visitantes llegarán a un valle donde la unión de dos montañas cierra el paso y crea una cascada por la caída del agua que viene desde las partes altas. No obstante, el lugar está seco por la temporada calurosa.
Esta parte destaca por la tranquilidad y el silencio que únicamente se rompe por el sonido del agua que, por ahora, está ausente.
Tras conocer el pailón, el trayecto continúa hacia el cerro en cuya cúspide está un mirador natural, donde es posible acampar y, si en la noche el cielo está despejado, se puede observar la vía láctea, así como el paso de las brujas, de acuerdo a las versiones de los campistas que han dicho que las han visto volar. De ahí viene el nombre de Ruta de las Brujas.
Para llegar, hay que subir la montaña a pie, por un camino estrecho, de tierra y que está marcado entre la vegetación.
El ascenso toma unos 15 minutos. Sin embargo, el esfuerzo vale la pena, ya que el lugar ofrece una vista privilegiada de 360 grados que deja apreciar los valles y otras elevaciones que rodean a la zona.
Posteriormente, al descender, los aventureros pueden refrescarse y descansar en la hostería El Pailón, de Enrique Rocano, quien cuenta que principalmente los fines de semana llegan personas de Cuenca, Quito, Guayaquil, Cañar y extranjeros, que vienen a acampar.
“Vienen a ver las estrellas y son ellos los que cuentan que han visto a las brujas volar en la madrugada”, confirma Rocano, que abrió su negocio en el 2022 para brindar una opción a los turistas.
Además, comenta que, aunque no lo parezca, El Pailón tiene dueños, porque hay familias propietarias de los terrenos que forman parte del ingreso al atractivo, incluso el área de la cascada también pertenece a alguien.