Cambios, pero con actitud

El presidente Guillermo Lasso, a lo mejor sin quererlo, esperó el desenlace de la violenta protesta para cambiar a parte de su equipo ministerial.
Llegó a su primer año de gestión, débil en lo político, con pocos resultados en lo social, casi ninguno en obra pública; atenazado por una oposición nada propositiva, con una Asamblea siempre en contra de sus propuestas y queriendo echarlo del poder, con reclamos populares por el incumplimiento de su plan de trabajo, si bien falta mucho tiempo para concretarlo.
Aquel era el momento oportuno para provocar la “crisis ministerial”, pero de fondo. No solo cambiando personas, sino la orientación de su Gobierno.
Una cosa es la administración privada; otra, la pública. Una cosa son los amigos, los excolaboradores de su pasado entorno laboral; otra, muy distinta, rodearse con gente cuya visión, decisión y compromiso, tengan como norte el país, con todas sus complejidades políticas, sociales y económicas.
Pero ahora ha ocurrido de forma parcial. En el área financiera, si bien cuadra la macroeconomía, la reducción del déficit fiscal es halagador, igual el pago de deudas, es momento de preocuparse de la “gente de a pie”, no tanto de la reserva montería internacional, si bien necesaria.
En el área de la salud, la más censurada por la falta de medicamentos, al nuevo ministro las redes sociales le han bombardeado por su pasado político, diametralmente opuesto al del presidente. Él sabrá responder por su decisión. Después de todo, no es el primero.
En el área de Obras Públicas, ojalá las buenas intenciones, sobre todo la falta de recursos, se suplan con un nuevo horizonte, justo cuando hay vías destruidas por el invierno, en tanto las alianzas público-privadas aún son un decir.
El país insiste presidente Lasso: los cambios no deben ser cosméticos, ni parciales. Su Gobierno debe dar un giro de timón. Replantearse todo, como quien recupera credibilidad y algo de apoyo político. ¿O no tiene idea de la tempestad “ad portas”?