Aún fresca la metodología de despertar al gobierno y someterlo a acuerdos para luego llevarlo a mesas de diálogos a que cumpla las exigencias de una minoría del 7 % de ecuatorianos, cabe interrogarse si esperarán la misma violencia para resolver la crisis del IESS y provocar la renuncia de directores centrales y provinciales, sin importar siquiera que hace pocos días haya posesionado a unos cuantos reciclados de las últimas nefastas administraciones.
La propuesta parecería proterva y pueril, pero no es tanto, en consideración a que la población afiliada al IESS representa el 47.3 %, 7 veces más a la indígena. Los derechos de los afiliados han sido atávicos y agudizados en el presente, pese a que esta mayoría entrega ingentes contribuciones todos los meses, disqué con el afán de acogerse a los principios de solidaridad, obligatoriedad, universalidad, equidad, eficiencia, subsidiariedad y suficiencia; pero, los gobiernos de turno han hecho de sus ahorros una “caja chica” y los funcionarios han festinado sus capitales.
Por los fraudes cometidos, la negligencia de las autoridades, la densa y deshonesta burocracia de esta Institución nadie se ha tomado las calles ni las ciudades, no se ha paralizado servicios básicos ni estratégicos, no se ha extorsionado a las autoridades ni se ha obligado a nadie a mesas de diálogo. Para sus afiliados no hay solidaridad ni luchas históricas, pese a la certeza de que miles de ellos mueren sin atención médica ni medicinas.
El mandatario es muy tozudo, no quiere enmendar su gestión y depurar a sus sacristanes, pues siguen siendo el mismo mogollón de reciclados y desparramados en la administración, pastoreados desde el exterior por quien sabe “cretinizar” a las masas. Ahora mismo ha entregado la responsabilidad del IESS a un ex funcionario del narcoterrorismo y el golpismo como el mismo motea; pues, Mauricio Martínez Erazo fue autoridad de hospitales del Guayas y asesor del infausto Richard Martínez.
Hay quienes creen que se debería acudir a mariateguistas, guevaristas, terroristas, narcotraficantes y delincuentes comunes para obligar a un acuerdo y sentarse a “mesas de diálogo” y así poner fin a la crisis del IESS. “Hay momentos en la vida” escribe el poeta Ch. Simic “en que la invectiva se hace realmente necesaria e imprescindible, porque proviene de un profundo sentido de justicia para denunciar, burlarse, vituperar o arremeter contra algo en el lenguaje más fuerte posible”. Aplaudo y respaldo este punto de vista, en lo tocante al fenómeno comentado. (O)