Nuevo colonialismo “político”

Hernán Abad Rodas

Entre los derechos humanos se encuentra uno que en mi criterio es fundamental para el correcto funcionamiento de las democracias, éste es la libertad de expresión. La historia de la humanidad ha demostrado que, sin ella, se corrompen las instituciones, se deteriora el estado de derecho y se deja al ciudadano sin defensa ante las decisiones y agresiones del Estado.

Si la libertad de ideas es la más alta actividad de la mente humana, entonces la supresión de esta actividad, debe ser lo más degradante para nosotros como seres humanos. Eurípides definió como esclavo: al hombre que ha perdido su libertad de pensar o de opinar. Dicen que el peor gobierno es el que ejerce la tiranía mediante las leyes.

Libertad, palabra sagrada en democracia, que no sólo implica la física; sino también, la que abraza al pensamiento, reflexión, opinión, decisión etc.

La observación, investigación y análisis, ordenados y limpios, son fuentes de la opinión, así como manantiales de la crítica responsable, que conllevan el norte claro del serio aporte a la sociedad que se anhela que progrese.

Los grandes demócratas, han entendido esto con altura, respetando la libertad de prensa. Mientras algunos asambleístas, ciegos servidores del caudillismo totalitario, pretenden acomodar la Ley de Comunicación, penalizando la opinión, con la intrínseca intención de amedrentar a los medios, periodistas, columnistas etc., a efectos de allanar el camino de vuelta de sus huestes, con el Capo Correa a la cabeza, algunos de ellos seriamente cuestionados por la justicia, dentro de su objetivo del establecimiento del nuevo colonialismo político, en la que la impunidad y la perpetuidad serían sus banderas; y la prensa libre su freno.

No claudiquemos en defender, uno de los más valiosos pilares de la democracia, la LIBERTAD en todas sus manifestaciones, y de manera especial, la de opinar con responsabilidad y claridad…

Independientemente de la ideología que profesemos, hay un rasgo humano que compartimos todos: la facultad de pensar y la libertad de expresar lo que pensamos.

La vida sin libertad es como un cuerpo sin alma, y la libertad sin pensamiento, es como un espíritu confuso. La vida digna, la democracia y la libertad de expresión son una trinidad, duran siempre y no pasan jamás.

Los gobiernos autoritarios podrán encadenar nuestras manos, atar nuestros pies, incluso arrojarnos a una sombría prisión, pero jamás podrán reducir nuestro espíritu a la esclavitud, porque es por naturaleza libre. (O)