Agua y vida

Edgar Pesántez Torres

Desde cuando se tiene referencias sobre la cultura humana, se sabe que el hombre tuvo gran admiración por el líquido vital: el agua. Muchas deidades se han dado en la historia respecto de este elemento del cosmos, en tanto la ciencia se concentró en su estudio. Ya Hipócrates basó su teoría de los humores de cuerpo y de los temperamentos humanos en la hipótesis de que el hombre es un reflejo minúsculo de la naturaleza y que en su ser se revelan todas las propiedades del universo.

Los elementos cósmicos exhibirían ciertas propiedades para manifestarse en el cuerpo y producir cuatro temperamentos. Los cuatro elementos son: aire, tierra, fuego y agua, cuyas propiedades transfieren humores que, a su vez, incumben los temperamentos clásicos: sanguíneo, melancólico, colérico y flemático. Este último tiene como sustrato al agua, frío y húmedo, cuyo humor es la flema que da el temperamento flemático, comportamiento caracterizado por la poca expresión emocional, falta de riqueza afectiva y tendencia a la pasividad, aunque puede ser perseverante.

El agua es elemento principal de la vida, pues, aproximadamente el 70 % del cuerpo humano está compuesto por él. El desequilibrio del agua y los electrolitos en las personas es el mayor reto de la ciencia médica. De ahí que el agua llegue a ser el foco de atención de toda cultura, de cualquier ciencia y en cualquier tiempo.

De toda el agua del planeta, el 2.5 % es dulce. De esta cantidad, el 99.5 % está bloqueada en sus casquetes polares en glaciares, es decir, el 0.01 % es utilizable. Del total de agua que hay sobre el globo, 46.768 kilómetros cúbicos, sólo el 9.000 son accesibles, el resto se pierde en zonas despobladas o inundaciones. A esta última cantidad habría que sustraerle el creciente volumen de agua que anualmente se contamina y que queda inservible para el consumo humano.

El 90 % del total de agua que se puede beber es subterránea. La tierra es como una esponja que absorbe todo; en esta consideración, si se arroja a la tierra toda clase de desperdicios, especialmente tóxicos como derivados del petróleo, entre ellos los plásticos, se contamina gravemente.

Estos datos aislados para tomar conciencia del agua. No desperdiciar, ahorrar y quererlo debe ser de conciencia de todo buen ciudadano, más de aquellos que viven en la opulencia, quienes son los que más lo malgastan y desperdician sin solidaridad ni conciencia. (O)