Para los comicios del 5 de febrero de 2023, el Consejo Nacional Electoral (CNE) resolvió que utilizará la misma arquitectura informática de los comicios de 2021.
Pero en esta ocasión se ampliará la capacidad de los programas porque cada papeleta requerirá más escaneos y habrá un mayor procesamiento de información.
También se hacen ajustes en el Sistema de Transmisión de Resultados con los que se quiere transparentar el proceso de escaneo y escrutinio.
En la dirección nacional de tecnologías del CNE se justifica la decisión porque el 5 de febrero no solo se elegirán 5.633 autoridades locales, sino siete vocales del Consejo de Participación Ciudadana, hay 8 preguntas del referéndum constitucional y la consulta en Sevilla Don Bosco (Morona Santiago).
José Cabrera, vocal del CNE, defiende la actual gestión del organismo. Dijo que, tras los simulacros, el sistema informático funciona correctamente, aunque se hacen depuraciones no solo con los equipos informáticos, sino con el personal operativo para que esté preparado y capacitado para el proceso.
Recordó que con el sistema utilizado en 2021 no hubo problemas técnicos. “A las 19:30 de ese domingo, el candidato perdedor (Yaku Pérez) reconoció su derrota, el ganador (Guillermo Lasso) festejó y el país amaneció en paz”, expresó.
Técnicos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y de la Organización de Estados Americanos (OEA) también apoyan al organismo en la capacitación.
“(Los cuatro procesos) son una carga fuerte para el sistema, pero se sigue trabajando en los ajustes de los programas que han sido adaptados a las nuevas dignidades que se van a elegir”, comentó una fuente del área de tecnología del CNE.
“Problema de gobernanza”
Para Esteban Ron, asesor electoral, la credibilidad del proceso podría afectarse si no hay un sistema previo “in situ” y posterior de controles cruzados sobre seguridad informática.
A su criterio, si esto se rompe eventualmente dañaría la legitimidad inicial del mandato con la que el candidato empieza sus funciones y que, en lo posterior, puede traducirse en un problema de gobernanza.
En elecciones complejas, con gran cantidad de aspirantes y organizaciones políticas, este tema es “radical” porque puede asegurar un resultado confiable en el electorado o, por el contrario, reclamos que podrían convertirse en protestas. (I)