Última semana

Ana Abad R.

Los filósofos y pensadores griegos llegaron a conocer el sentido profundo del uso de vocablos y frases, así como el poder encerrado en ellos; lo sofistas, por ejemplo, eran hábiles para convencer a sus oyentes sobre algo y luego persuadirlos de lo contario, pero también sabían que la decadencia de los valores éticos y morales en los gobernantes iba vinculada con el cambio de significado de los vocablos. Las ofertas electorales, los discursos oficiales, las declaraciones de los candidatos están llenas de palabras políticamente correctas que no son más que eufemismos que sirven para ocultar un modelo político, económico y social opuesto a las bondades que pregonan. En estos tiempos cuando el valor de la palabra se ha perdido y abusado, cuando estamos atravesando una campaña electoral llena de mensajes mediados por las redes sociales exacerbadas por audios, mensajes, videos, fotografías “filtrados” que quebrantan aún más la confianza ciudadana y banalizan a límites insospechados a la política ecuatoriana, bien vale la pena escuchar el pensamiento de nuestros Maestros: “¡Basta al abuso verbal como estrategia del poder político en el Ecuador actual, empecemos por restituir a las palabras su sentido y valor para recuperar la capacidad de indignarnos!” (María Rosa Crespo).  (O)