La ilusión de un nuevo día

Cecilia Ugalde Sánchez

A veces dejamos que la rutina, el trabajo, los problemas, la monotonía, el aburrimiento, las preocupaciones, y enfermedades reales o imaginarias invadan nuestra vida y se conviertan en su foco principal, dejamos que sean nuestro centro, nuestro motor, y no vemos que en la vida hay mucho más, mucho más que sentir miedo por lo inevitable o luchar por las causas perdidas.

Aquello a lo que Javier Benegas (2023) se refiere cuando habla que de nuestros actos tengan sentido, y no un sentido trascendente, no una búsqueda constante por alcanzar la inmortalidad a través de lo que hicimos o fuimos; sino más bien a hacer que nuestros actos tengan un propósito, cuanto mejor si este es bueno, algo así como intentar que todo lo que hacemos ya sea por obligación o disfrute lo hagamos teniendo en cuenta que cada día es un regalo y que conscientes de eso honremos nuestro presente, “esto no significa quemar la vida, o extraer de ella hasta la última brizna de placer a la mayor velocidad posible, no sea que nos vayamos al más allá súbitamente. Al contrario, se trata de pausarla. No devorarla sino degustarla” (Benegas, 2023).

Lamentablemente con frecuencia necesitamos golpes fuertes para reconocer la importancia de un nuevo día, y la vida misma a veces puede ser pavorosa y con sus golpes hace que olvidemos que en el fondo no deja de ser un milagro y un privilegio y que depende de nosotros el que seamos dignos de ella, el que tengamos paz con nuestra conciencia, el que caigamos seis veces y nos levantemos siete, el que seamos dignos de ella, y que dejemos una huella positiva en aquellos que se cruzan en nuestro camino, el que a pesar de que tengamos los días contados no perdamos la ilusión de un nuevo día. (O)

@ceciliaugalde