A la voz del carnaval

Caroline Avila Nieto @avilanieto

Los ultrajes reportados por “comedidos” ciudadanos desde distintos puntos de la geografía ecuatoriana, a propósito del reciente feriado, no pueden ser tolerados mucho menos disculpados por la festividad, por la llegada del turista, o por la supuesta tolerancia a la festividad carnavalera.  Lo sucedido, peor todavía si ha sido costumbre de la época, que ahora se reporta gracias a la proliferación de lentes y su reporteo en vivo por TikTok, es la difusión de delitos que tienen consecuencias debidamente establecidas en nuestra legislación. 

La tradición asocia a la festividad carnavalera con los desmanes. De hecho, la etnología encuentra en el carnaval elementos de rituales de celebraciones dionisíacas griegas, y las bacanales romanas, relacionados con actos de desenfrenos y permisividades.  Actualmente se asume cierta flexibilidad en los acuerdos tácitos del encuentro familiar y social, siempre y cuando estos no riñan con la normativa, con aquello que la sociedad ha dispuesto como un delito. Sin embargo, las imágenes que llenaron las redes sociales como registro de este reciente feriado de carnaval, han reportado -bajo la etiqueta de “desenfrenos y desmanes”- delitos que deberían ser inaceptables para cualquier sociedad.  

El caos prolifera ante la ausencia de orden. La policía, la organización municipal y turística, la misma sociedad civil, la fuerza pública en general, debe tomar lecciones de estos hechos vergonzosos -más aún si han sido repetitivos- para impedir que vuelvan a suceder. 

A la voz del carnaval, es la indignación la que se levanta ante los ultrajes cometidos a ojos de testigos que han perdido, bajo la sombra cómplice de la masa, la capacidad de discernir lo que es delito, ultraje y delincuencia, de lo que era un tradicional juego familiar. (O)