Diplomacia tuitera

Caroline Avila Nieto @avilanieto

Lejos han quedado las formas respetuosas y cuidadas con las que los Estados resolvían sus diferencias.  Al menos entre Ecuador y Argentina se han reducido a trinos y misivas tuiteras con acusaciones cuyos contenidos están a un tuit de recibir un “andá pa´ya…”

No puede la diplomacia ecuatoriana exponerse en 240 caracteres y mucho menos por acusaciones de afinidades ideológicas por algo que, claramente, fue un error de seguridad interna.  Las amistades de los mandatarios no son problema de Estado, la inseguridad y las filtraciones en el mando policial, sí.  Finalmente, la acusación sobre la traición a la confianza no se hace por el canal tuitero, menos todavía con vergonzosas inclusiones a otros mandatarios y políticos que afortunadamente ignoraron el asunto.

Del lado argentino, si bien existe una mayor formalidad al responder el mencionado tuit con una carta más extensa y con un lenguaje más cuidado, me parece que pudo ser canalizada por la vía oficial, es decir, por Cancillería, sin exponer al mandatario a una réplica pública de voces a favor o en contra.  En discusiones diplomáticas lo ideológico no contribuye a la paz, y resulta incómodo insertar recomendaciones sobre excesos, o alusiones sobre la justicia y cómo esta opera en otros países.  Las naciones son muy celosas sobre su soberanía y en ello los términos diplomáticos deben ser extremadamente cuidadosos.

Lasso no pudo evitarlo y envió respuesta. Esta vez mejoró el formato. Envió una carta, igual por Twitter.  Fuera de la distancia diplomática, le expresó el desacuerdo sobre las decisiones de Argentina y sobre las diferencias ideológicas que hoy están por encima de las relaciones bilaterales.  Lanzó acusaciones y lamentos, a la espera que la historia pueda ser mejor testigo sobre los hechos.  Las relaciones quedan resquebrajadas, al menos por ahora.  El silencio argentino –hasta el cierre de esta edición- ha sido una señal de prudencia sobre un tema que nunca debió comenzar, al menos no así. (O)