La duodécima jornada de protestas contra la reforma de la pensiones atrajo menos manifestantes que en las anteriores en la antesala del esperado dictamen del Consejo Constitucional sobre la impopular norma que eleva la edad mínima de jubilación de los 62 a los 64 años.
De acuerdo con los números de los sindicatos, en París desfilaron unos 400.000 manifestantes, la misma cifra dada el pasado 6 de abril, aunque rebajada a 42.000 por la Prefectura.
Esta misma fuente había calculado 57.000 hace una semana. En el auge de las protestas, el pasado 23 de marzo, se cuantificaron los participantes en casi 120.000. No se difundieron, de momento, los números en el ámbito nacional.
En la capital gala, los sindicatos partieron del Palacio Garnier, sede de la Ópera, en dirección a la plaza de la Bastilla. En un frío y ventoso día de primavera, los cortejos daban la sensación de ser menos compactos que en otras ocasiones.
Los eslóganes contra Emmanuel Macron, al que acusan de autoritario por haber aprobado la reforma sin un voto en la Asamblea Nacional, se mezclaron esta vez con el sentimiento de expectación de los participantes de la marcha, en la víspera de que el Consejo Constitucional dictamine si valida -total o parcialmente- o no la controvertida ley.
Thierry, un informático de 60 años, está afiliado al sindicato mayoritario en Francia, el CFDT. Vestido con el chaleco naranja de su organización, el empleado de Thales tiene los ojos puestos en los conocidos en Francia como «sages», los nueve miembros del Consejo Consejo Constitucional presididos por el exprimer ministro socialista Laurent Fabius.
«La calle sigue en pie, que todo el mundo sepa que nos oponemos rotundamente a esta reforma. Y ‘los sabios’ no pueden cerrar los ojos ante esta movilización«, apeló en declaraciones a EFE Thierry, quien, en caso de que la ley no sea censurada, guarda una última esperanza: un Referéndum de Iniciativa Popular (RIP).
Si para este RIP presentado por la izquierda los «sages» no encuentran peros constitucionales, se abriría la puerta a una nueva batalla de nueve meses que pasaría por conseguir apoyo del 10 % del cuerpo electoral (unas 4,87 millones de firmas) para que ese referéndum se celebrara.
«Cabe a la población francesa decidir si queremos o no esta reforma y estoy seguro de que la población se opone a ella, es más del 70 % de la población y del 90 % de los activos», sostuvo Thierry.
El Consejo Constitucional, situado en la calle Monpensier, una discreta vía en las proximidades del Louvre, está ya acordonado para evitar manifestaciones. Antes de ese dispositivo, se habían colocado contenedores de basura para bloquear la entrada del edificio.
INVASIÓN DE UNA TIENDA LVMH
La manifestación de París registró algunos altercados, como la invasión de una tienda de la marca de lujo LVMH en los Campos Elíseos por parte de un grupo de sindicalistas que terminó sin incidentes reseñables. Más tenso fue en ciudades como Rennes, Nantes y Lyon, con enfrentamientos entre manifestantes y policía.
Los dos principales líderes sindicales del país, Laurent Berger y Sophie Binet, alertaron que el combate no acabará con la decisión judicial de mañana, dando a entender que esperan que sea favorable al Gobierno de Emmanuel Macron.
El presidente, quien ha estado en los últimos días de viaje oficial en China y luego en los Países Bajos, dijo estar disponible para reunirse con los sindicatos, una vez que la ley haya pasado el cribo constitucional, algo que ha indignado a los representantes de los trabajadores.
A pesar de las presiones sociales y políticas, Macron ha mantenido su reforma contra viento y marea alegando que el aumento de la edad mínima de jubilación de los 62 a los 64 años es fundamental para el equilibrio de las cuentas públicas.
Respecto a las huelgas, el país estuvo de nuevo lejos de la paralización. Se hicieron sentir los paros sobre todo en el transporte ferroviario y, en menor medida, el aéreo. Sin embargo, esta noche se retoma otro paro que dio la vuelta al mundo, el de la recogida de basuras en la capital. EFE